XXVIII

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Después no pasó nada. Nada. Era como dormir, no te percatabas de nada. Aunque no duró mucho.

Una corriente de energía, poder y calor entró en mi cuerpo lleno de quemaduras. Sanó casi inmediatamente después de que recuperase la mente y me sentía poderosa.

Luce volvía a tener las blancas alas que antes y volvía a tener su pelo igual que antes, pero es blanco.

-Chica valiente. Te será útil.

-¿Qué... qué ha pasado?

-Mírate.

Miré hacia abajo y estaba igual que antes de que me quemase viva. Pero no veía mi pelo. Casi mecánicamente me toqué la cabeza. Seguía teniendo pelo pero... ¿más corto tal vez? No... era... era como Luce lo tenía. Cogí un mechón para comprobarlo. Exacto, rojo brillante.

-¿Qué...?

-Ahora tienes que aprender a usarlo. Piensa en algo que odies mucho.

No tuve que pensar mucho. No sé si alegrarme o disgustarme.

-Ahora intenta pasar ese odio hacia tus manos.

-¿Cómo...?

Inevitablemente lo había hecho. Quizás porque boxeo.

-Aprendes rápido. Ahora lánzalo, verás cómo te relajas a medida que más fuego lanzes, eso como si fuese un peso.

Hice lo que me pidió. Tampoco tiene mucho misterio la cosa. Salieron muy débiles porque quizás el odio que tenía guardado no era tanto como pensaba.

-Vale, ahora el siguiente elemento: agua.

Sus alas se desplegaron otra vez, su pelo se tiñió de un azul profundo que me recordó mucho a los ojos de alguien y le salieron escamas y bránqueas por el cuello de su vestido. Su melena flota igual que si estuviese sumergida en el agua.

Ahora estamos en una playa. Me suena mucho esta playa... y aquella casa...

-Es donde vivías cuando eras pequeña, con los Graceffa, pero ahora no están.

Ahora me acuerdo. Paul y yo jugábamos a hacernos aguadillas el uno al otro en la playa mientras que mamá cocinaba y papá trabajaba. Luce tenía membranas entre los dedos de los pies, y los tenía muy separados, convirtiéndolos en una especie de aletas.

-¿Voy a tener que ahogarme?

-No vas a tener que morir. Métete en el agua.

Andé lo más rápido que pude hasta que no hacía pie. Luce iba a mi lado, pero bajo del agua y mucho más rápido que yo.

-Húndete y, por lo que más quieras, no salgas a la superficie.

-Vale, vale.

Un día que estaba en una piscina pública a rebosar, el primer verano desde que me acogió la segunda familia, Will y Claire no paraban de hacerme aguadillas, y tragué tanta agua que no sé cómo no crié a un pez en mi estómago. Ah, también casi me ahogo. Eso sí, me desmayé. Aún así la historia tuvo su final feliz, Will y Claire no volvieron a bañarse en lo que quedaba de verano.

Sientes esa sensación de que te va a explotar la cabeza y que sólo quieres que acabe ya, siendo de una u otra manera. Antes de que perdiese el conociemiento, no sentía esa sensación de presión, sentí esa misma paz que siento al teletransportarme. ¿Será que cuando viajo me ahogo?

Cogí aire y me hundí. Cogí impulso con los brazos hacia abajo y unos largos brazos me agarraron las piernas. 'Para asegurarme.' Dijo Luce en mi mente. ¿Cómo hace eso?

Poco después empecé sentir esa presión en mis ojos, al igual que unos años antes. Luce se cuela en mi cabeza diciendo que siga aguantando.

De repente me pitan los oídos, y ella hace con que grita, pero no la puedo oír. ¿O sus gritos son los pitidos que estoy oyendo? De todas maneras, la presión en mi cabeza aumenta y no parece que vaya a acabar.

Ahí estaba esa sensación que tenía antes de que el dolor viniese a llamar a mi puerta. Pero no estaba muerta, seguía notando las corrientes de agua correr por mi cuerpo. ¿O a lo mejor sí estaba muerta?

Abrí los ojos, con temor a que me escociesen por la sal del agua. Pero en cambio, veía perfectamente y no sentía ningún dolor. Las algas ya no rodeaban mis tobillos. No flotaba, ni me hundía. Luce no estaba por ninguna parte.

-¡Luce! ¿Dónde estás?

No servía de nada, no me oía ni a mí misma. Decidí ir hacia la orilla para ver si estaba allí, pero antes de si quiera impulsarme, sentí algo moverse detrás mía. Iba a mirar cuando algo me empujó, pero recobré el equilibrio rápidamente. Me di la vuelta y observé a una criatura tan grande como un tiburón pero tan inofensiva como un cachorrito. Se debió de chocar conmigo. 'Ayúdame.' ¡Era Luce! 'Está oscuro y está... pegajoso." ¿Dónde está? ¿Dentro de esa cosa? "Sí, listilla." ¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Meterme dentro?
No, qué asco.
¿Partir al pez en dos? Es un sueño, así que no pasaría nada.
¿Con qué lo corto? La criatura venía hacia mí de nuevo, con gran velocidad.
'Luce no es tonta', pensé, 'así que no se la puede haber comido una criatura.' ¿Y si es ella? La esquivé. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Liberarla? ¿Matarla?

'Vamos, practica.' Dijo Luce en mi mente. 'Como antes.' Otra vez pensé en algo que odiaba aún más que a mi padrastro, a mí. Pasó rápido, al igual que antes. Lanzé... ¿aire? ¿Ondas? No lo sé, pero éstas eran enormes. Pero Luce las esquiva rápido. ¿Estrategia? Se me ocurrió algo.

Fui hacia el fondo del mar para que me siguiese, y así lo hizo.

Iba raudo y con un sólo objetivo: yo. Pero era yo quién tenía la ventaja ahora.

Cerré los ojos y pensé en un fondo azul claro, con algunos trazos blancos, y un brillante punto.

Cuando los abrí, me encontraba flotando en medio del cielo azul e iba directa hacia el océano, lista para atacar.
Hice lo mismo que hice antes, y esta vez las ondas fueron mucho más efectivas debido a la adrenalina que corría por mis venas.

El gigante marino (lo llamaremos así) quedó petrificado y algo empezó a brillar en su interior.
Después, todo era un resplandor tan brillante, tan blanco y tan puro que tuve que taparme los ojos para no quedarme ciega.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2017 ⏰

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