Nunca juegues con los niveles de insulina de un monstruo del azúcar

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VI

—Gintoki —(...) se dejó caer a su lado en el sofa, él ni se inmutó, más inmerso en el pudín que estaba devorando—, hay algo que tengo que decirte.

—¿Hmm? ¿Y eso qué sería? —Dejó por un momento la cucharilla colgando entre sus labios para prestarle atención.

—Mis pezones predicen el clima —Como reflejo Gin mordió la cuchara sin esperarlo, provocando que la vibración lo encorvara un poco, antes de levantar el rostro mientras se sacaba el artefacto de la boca.

—Me estás jodiendo, ¿verdad?

—Hablo enserio.

—¿Insinuas ahora que tengo algún fetiche con el clima y esas cosas? ¿Al final si te había ofendido eso de los videos de Ketsuno Ana? ¿Estás celosa? —(...) puso los ojos en blanco.

—Mira, si de verdad estuviera celosa, el culo de tu colección de figuras de ella ya sería polvo. Pero si tanto hablamos de eso, si tu querida Crystel está envuelta en eso de shikigamis y hasta su familia es capaz de cambiar el clima con magia, ¿por qué te cuesta tanto creer que mis pezones lo predicen? —Gintoki le dedicó una larga mirada, esperando a que en cualquier momento comenzara carcajearse por su expresión de estúpido ante el comentario. No estaba de ánimos para bromas, aunque parecía que (...) tampoco.

—¿Es enserio? —preguntó finalmente.

—Se ponen duros cuando el día va a ser soleado —Se encogió de hombros— , y duelen cuando va a llover. Es de familia. Los de mi mamá detectan mentiras y los de mi abuela producían descargas eléctricas. 

—Descargas eléctricas, huh... 

—Así fue como murió mi abuelo —Él se pasó una mano por el cabello, tratando de recordar el punto detonador de toda esa extraña conversación unilateral, que parecía ser más como un confesionario espontáneo.

—A ver si entendí, entonces cuando es verano tus pezones se ponen eeeh... ¿Filosos? ¿Podría cortarme en una de tantas?

—No, tonto, solo es por unos breves minutos, en la mañana, cuando me doy cuenta de eso puedo estar segura del tiempo que hará el resto del día. Es más práctico que tener que esperar las predicciones de Ketsuno Ana.

—Entonces sí estabas celosa.

—No voy a responder, se convertirá en un círculo vicioso y terminaremos con la misma conclusión —suspiró (...)—. El punto es que hoy es un buen día para salir.

—¿Y? —Tomó de nuevo el flan en su regazo para terminarlo.

—Gintoki, ¿entiendes las indirectas?

—Perfectamente —Dejó el plato vacío a un lado—. ¿Pero cuál es el problema con quedarse en casa un día libre?

—¡Justo ayer nos quitaron los yesos, obvio quiero movilizarme un poco! ¡Ya tengo las nalgas planas! ¡Tuvimos mes y medio libre para dormir y comer como puercos! ¿No es suficiente?

—Busca a Sadaharu y sal a movilizarte con él —dijo mientras se recostaba a lo largo del sillón, con los brazos detrás de la nuca—. Aún estoy cansado —Cerró los párpados y en unos pocos instantes se durmió, (...) parpadeó pasmada.

—Gin, ¿de verdad ya te llevó el tren? —Al percibir su profunda respiración para nada fingida, resopló y se mordió el labio fastidiada, de verdad tenía muchas ganas de salir, solo quedaban dos semanas antes de regresar y prácticamente no había disfrutado con todos como se debía, ¡siquiera había hecho una salida con Kagura! Y ese día parecía ser que Gintoki cargaba con una pereza extrema, apenas y lo había visto despertar para comerse el postre y ahora volvía a estar en modo ahorro de energía. Como un jodido oso en hibernación.

La vida con un cabeza permanente |Gintoki Sakata|Lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora