Los adultos tampoco saben lo que hacen, solo aprendieron a disimular mejor

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XVI

Muchas familias del crimen organizado, sobre todo las tradicionales, acostumbraban a abrazar la batalla con sus mejores galas; la seda más costosa, los adornos pesados enredados en el cabello, el maquillaje impecable y preciso. Se decía que era porque ante la idea de la muerte durante una batalla donde se disputaba con el honor en juego, siempre se tenía que estar preparado para recibirla de la forma más digna. La madre de (...) encarnaba a la perfección esa tradición que pensaba perdida; mantenía la compostura a pesar de que el número de enemigos los sobrepasaba a ellos dos y al pequeño grupo de subordinados que, de igual forma, vestían pulcros kimonos y yukatas, aunque la diferencia en ellos era que mostraban los tatuajes que pintaban sus brazos y pecho, y la desnudez de hombres y mujeres era cubierta por vendas. Se movía como un pez deslizándose entre cálidas corrientes de un arroyo, las largas mangas se ondeaban detrás de ella como una danza oscilante de colores brillantes cuando su brazo se estiraba con movimientos precisos y tajantes al lanzar kunais certeros que hacían caer a los ninjas cubiertos de negro al suelo, como cuervos fulminados en pleno vuelo.

El frío que pudo haberse apoderado de los huesos de Gintoki por el agua helada y el aire lechoso, se difuminó en el calor de la batalla que había estallado; armas lanzadas hacia todas direcciones, alguno que otro de su lado con katanas y wakizashis peleando cuerpo a cuerpo, como él, cadáveres que caían en el lago y el suelo, el sonido del metal al clavarse contra la carne ajena y la madera, gritos encolerizados que se ahogaban poco después por la sangre. Su consciencia descansaba en el fondo de su cerebro, mientras sus sentidos hipersensibles estaban atentos a cada respiración y movimiento ajeno, conforme los músculos de sus brazos se tensaban como rocas al empuñar su espada de madera y barrer con golpes atronadores a cuanto enemigo se lanzara sobre él.

El sol aún se aferraba al borde de las montañas, pero sus rayos comenzaban a ser más nítidos sobre la piel y la vista, escocía sobre los pocos rasguños en sus brazos y mejillas, pero el conflicto parecía menos fantasmal y más una circunstancia ocurrida sobre el mundo de los vivos.

—No te sobreesfuerces demasiado, cariño —La suave voz aterciopelada estuvo a su lado, una vez su espada de madera se conectó contra la cabeza de uno de los ninjas y lo dejó inconsciente en el suelo.

—¿Eh? —Gin enderezó su forma encorvada para mirar sobre el hombro a su suegra (La sola realización comenzaba a ser más pesada que estar en medio de un conflicto sin haber desayunado ni dormido), respiraba con fuerza por las fosas nasales, saliendo con lentitud de su inmersión casi disociativa. Su cuerpo se había estado moviendo por reflejo hasta que lo llamaron para conectar a tierra.

—Estamos haciendo una retirada gradual por túneles subterráneos —murmuró por sobre el creciente ruido—, procura encontrar una abertura para retirarte también —Gin apenas le ofreció una sonrisa de lado, antes de tomar la espada con ambas manos y regresar a su posición original, defensiva, atento a un ataque desde cualquier dirección.

—Tener un permanente así, no deja posibilidades de retirarse antes que los demás. Llama demasiado la atención.

—Oh, ¿enserio? —Colocándose a su lado, con un abanico de kunais firmemente asegurado entre los espacios de sus dedos, sonrió un poco—. Creí que solo eras demasiado leal.

—No veo a nadie a quién serle leal por aquí —respondió clavando la mirada sobre el hombre totalmente cubierto de negro que advirtió su presencia y se giró en su dirección dispuesto a atacarlo, pero antes de que siquiera pudiese contraer los músculos del hombro para moverse, Gintoki había reaccionado para correr hacia él, con las mangas del kimono ondeándose detrás de sus movimientos, como un torbellino blanco y celeste que lo golpeó con fuerza en la espalda, astillando las costillas ajenas y dejándolo tirado en el suelo, sin posibilidad de continuar atacando.

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⏰ Última actualización: 18 hours ago ⏰

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La vida con un cabeza permanente |Gintoki Sakata|Lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora