⚡ Preludio ⚡

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-Déjame volver a buscar su nombre.

El hombre, retacón y con media cabeza sin cabello, revolvió unos pocos papeles en el escritorio hasta que alzó las cejas y se puso más erguido.

-Aquí está: Derrik Malonne.

-¿Era él? -la mujer sobre el asiento del rincón tenía unos ojos penetrantes, aburridos, que lo miraban con suma indiferencia como si no estuviera confiando del todo en él.

-Sí, era él la cabeza que se encargaba de mantener todo esto oculto. Quien tachaba las sospechas y eliminaba las dudas como si nada. Un tipo brillante y lleno de contactos.

-¿E intentó volver a hacerlo ahora?

-Por supuesto, era su trabajo. Pero ya sabemos que todo se le complicó un poquito más esta vez.

El sujeto soltó una risita divertida, aguda y extraña pero se contuvo cuando notó que la mujer seguía seria como una estatua.

-Me parece... -suspiró ella- indignante. Es indignante que hayan querido ocultarnos todo esto durante tanto, tanto tiempo -rugió, ladeando la cabeza con aire superficial mientras el pelo corto y lacio se le sacudía por el movimiento-. Sobre todo que hayan podido ocultarlo, justo en nuestras narices, como a unos tontos.

-No era nada hecho al azar y fue una organización que se mantuvo añares. Tal vez todo estaba muy bien hecho para...

-Nada de eso fue algo que estaba bien -la voz de aquella mujer resonó en la pequeña habitación tan fuerte que el pobre hombre dio un respingo como si lo estuvieran sermoneando-. Por todos los cielos, Gibbs -ella le clavó la mirada, tan tajante y filosa, y se inclinó hacia adelante para que lo incomodara aún más-, esas personas son reales. Esas personas estuvieron siempre entre nosotros sin ningún tipo de contención o cuidado, aún pudieron hacer... eso.

-No quería decir que estuviera bien, no, no -se excusó lo más rápido que pudo-. Simplemente que estaba todo muy bien organizado. Pero estoy de acuerdo con usted en que son unas auténticas monstruosidades, señorita Orlov.

La mujer se tranquilizó un poco al saber que todos en aquella habitación estaban con ella. Había un par de personas más cerca de la puerta, pero ninguna decía una sola palabra mientras la señorita Orlov hablaba con aquel pequeño señor que organizaba las huelgas, reclamaciones y cualquier alboroto que se diera en las calles para hacerse oír.

-Escuché algo de cómo se hacen llamar -se atrevió a acotar un sujeto que se encontraba parado con las manos tras la espalda. Tragó saliva cuando notó que Ivanna Orlov le prestaba su atención-. No recuerdo bien, pero era algo extraño como...

-Señor, no me interesa cómo se hagan llamar ciertas personas a las que realmente hay que denominar criminales. Yo no voy y le pongo un nombre a una bestia como si fuera a domesticarla. Lo único que sé y que me importa es que esas... «personas» fueron causantes de un ataque; de muchísimos heridos y ciertas muertes, sobre todo del cuerpo policial, y que ahora no sabemos casi nada de ellas. Pero eso irá cambiando -añadió a último momento, con un ligero vistazo hacia Gibbs y su pequeño descubrimiento-. La información la iremos recabando. Ya no hay forma de que deje escapar esto otra vez y permita que vuelvan a taparlo como si nunca hubiera pasado nada.

-Deseo que así sea -respondió el mismo sujeto, y se acomodó los lentes-. Admito que tengo una gran curiosidad por saber sobre ellos; sobre el cómo...

-Esas personas están tocadas por el demonio -lo interrumpió otro, escandaloso: un señor de bastante edad que llevaba bien a la vista un collar con una cruz dorada-. Nuestro Señor no ha creado seres que puedan manejar cosas que sólo Él puede. Si lo que sabemos es real, que escupen fuego y levantan hielo... algo tan sobrenatural no es de este mundo.

Gea: Unidos nos propagamos | #3 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora