Mi corazón da un brinco ilusionado ante las palabras de Elliot, y no necesito darle explicaciones a Ashley por las que quiera acabar con el entrenamiento, porque ella también me sigue con ganas hasta salir por la gran puerta.
—¿Qué? ¿Cuándo llegaron? —logro preguntar, pero no me detengo a hacerlo. Voy apurando a Elliot con la mirada para que comience a caminar.
—Hace nada. Recién.
—¿Y saben algo más sobre qué quieren los mundanos? —pregunta Ash, pisando nuestros talones— ¿Sobre Derrik?
—No —responde Elliot, veloz—. O por lo menos yo no lo sé. Eso será cosa de Kendrick.
Eso es cosa de todos, pienso.
—Nos mantendrá en el Gremio hasta que se sepa algo con más determinación —añade él.
Por un determinado momento creo que todo esto es por mí. Es por mí y por mi encuentro con aquel hombre que me cortó. En la noche fuera de la casa de Frank Hilton pudieron haber visto a muchos ignisios y hawas en acción, pudieron reconocerlos, pero nadie había visto tan directamente a alguien haciendo uso de mis poderes como ese hombre a mí.
Y si él sigue con ese apaño por descubrirnos y hacernos caer... quizás es buena idea refugiarme aquí en el Gremio.
—Vengan, están aquí en el patio.
Elliot nos encamina por otros pasillos, aunque ya los tengo bien memorizados. Me pregunto si Fénix habrá visto mis mensajes al fin y al cabo... y cómo se habrá sentido por tener que volver a cruzar aquel portón luego de saber que los líderes de esta academia acabaron con la vida de sus padres.
Trato de evitar concentrarme en eso, pero cuando lo veo bajo el cielo estrellado, con el pelo revoltoso como siempre y mirando con expresión perdida las ventanas de los dormitorios, allí más arriba, no logro pensar en nada más.
Él me mira al instante, como sintiéndome, y no logro controlarme antes de dispararme directo a sus brazos.
—Estás bien —murmura cuando se recupera de mi impacto, cosquilleándome un oído.
—Tú estás bien —absorbo un poco más su presencia y me separo lo necesario para mirarlo, para mirar esos ojos verdes—. No estabas en tu departamento, no contestabas las llamadas. Ibas a matarme. ¿Qué hacías?
Aparta un poco la vista, pero aun sosteniéndome entre brazos. No puedo soportar que siga sin querer contarme cosas, que siga queriendo ocultar lo que le pasa. Apoyo mi mano en su mejilla, recorriendo el mentón y acariciando la barbilla, pero me mira sólo de reojo.
—Fue conmigo —afirma Marshall, a nuestro lado. Casi no me había percatado de su presencia—. Habíamos quedado en vernos...
—Voy a matarte por no atender el maldito teléfono —exclama Ash hacia Fénix, aunque se nota en su rostro el alivio de verlos a ambos.
—Sí, por cierto, gracias por advertirme a mí también —ironiza Marshall alzando las cejas.
—Pensábamos que estabas en tu casa, y Audrey me dijo que no supo en todo el día dónde estaba Fénix y por qué no atendía.
—Lamento eso —dice Fénix al fin, tomándome por las muñecas y viendo a sus amigos—. No he podido estar al tanto del móvil... ¿pero qué ha pasado?
—Ha pasado que han enviado a Elliot a buscar a Audrey porque puede que hayan descubierto lo que hacía Derrik Malonne por nosotros —explica Ash, frunciendo los labios—. Los mundanos están como locos. Unos pocos se están haciendo cargo de averiguar qué pasa y, descubriendo a Derrik y sospechando lo que pudo haber pasado esa noche en lo de Frank, estamos jodidos. Al límite.
ESTÁS LEYENDO
Gea: Unidos nos propagamos | #3 |
FantasíaTodo pareció desmoronarse de un parpadeo a otro. La ciudad, el orden... incluso la propia mente y alma de Audrey. De un pequeño error nacen consecuencias graves, y son esas con las cuales deben convivir a partir de ahora. Mientras todo se ve tan di...