Capítulo 6

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Había regresado a la casa, me encontraba cansada y desanimada. Alimenté a Dexter y me quedé después encerrada en la habitación que se supone debía ser mía, pero de mi propiedad no la sentía. Me acosté en posición fetal en la cama y cubrí mis ojos con mis manos. Quería huir. Escapar y volver a la que era mi vida. A aquellos tiempos donde todo estaba bien, donde Hank no me había traicionado, donde sólo me preocupa por pasar las materias en la universidad y mi única presión era no perder el trimestre. Cuando salía con mis amigas a hacer fotos o cuando acompañaba a Louisa a clases de yoga. Incluso extrañaba cuando mis hermanos me fastidiaban. Crecimos en lo que se podía decir un hogar unido. Mamá solía estar en casa, papá trabaja desde casa en su despacho los fines de semana. Mis hermanos Fred, Matt y Valentina. Los cuatro éramos muy distintos. A Fred le gustaban las finanzas como a papá pero como era menor a mí no dirigiría las empresas aun. Matt amaba el skate, y Valentina era fanática de la moda, en cambio a mí, me gustaba llevarle la contraria a papá por lo que recibía constantes regaños de su parte, pero a pesar de todo eso sabía que me amaba.

Miré el peinador que habían traído para la habitación. Era blanco, estilo vintage y bonito. Mi televisor, cd's y dvd's estaban en una base área negra. Busqué el control remoto y encendí la tv, estaban dando noticias internacionales, salió una con respecto al país latinoamericano Venezuela. Estaban pasando videos fuertes sobre protestas. Los venezolanos no querían al que era su presidente. Así como yo no quería casarme con Robert. Me quedé un rato viendo las noticias, con indignación a tantas muertes por manos de los llamados colectivos, apagué el televisor. Me levanté de la cama y fui hacia la cocina por un poco de cereal. No me lo comía con leche, el cereal lo comía como si fuese una especie de snack. Me senté en el suelo de la cocina. Estaba con un vestido de dormir de ceda color verde claro, descalza y con mi cabello suelto.

Necesitaba hacer algo, ya había acabado dos libros en menos de 4 días. La tv me parecía aburrida, no podía concentrarme en ver una película. El único que parecía entender mi frustración era Dexter, cuando me veía se acercaba a mí y dejaba que lo acariciase. Le había cogido mucho cariño al minino. Era muy cariñoso y tranquilo. Al terminar mi cereal me levanté del suelo, fui hacia la puerta y llamé a Andreas, necesitaba por lo menos hacer plática con alguien.

"Hola, Andreas. "Dije cuanto éste abrió la puerta y me tendió su cajetilla. Ya sabía que alrededor de las 10 iba por uno o dos cigarrillos.

"Buenas noches, Señorita Meredith. "Dijo este y me pasó su encendedor con la llama prendida.

"Dime Meredith, eso del señorita es aburrido. "Dije antes de darle una calada a mi cigarrillo. Tomé el humo para después botarlo en dirección contraria al rostro de Andreas.

"De acuerdo, Señ... Meredith. "Dijo y miré su mano. Era delicada y bonita. Con razón a Aaron le gustaba tomarlas. Manos de artistas.

"¿Robert dijo que vendría o algo? "Pregunté y este negó con la cabeza.

Terminé el resto del cigarrillo en silencio, mientras la brisa de la noche entraba a la casa. Se había vuelto una rutina, el día lo pasaba sin mucha actividad que hacer, Robert había dejado de ir seguido en las noches, una o dos veces por semana iba a la mansión Meyer y representaba mi papel de futura dueña de la casa. En algunas oportunidades pude hablar con el pequeño Damian, era tímido. Le gustaba dibujar autos e ir a la escuela. Algunos fines de semana Robert lo sacaba de paseo. En una oportunidad fuimos los tres a un parque de diversiones.

"Vamos, Damian. Te gustará la montaña rusa. "Dijo Robert en lo que avanzábamos en la fila. Era de tarde, el clima estaba frio y la luz del sol no molestaba, ya que dentro de poco caería la noche.

Cautiva En Sus Brazos +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora