Capitulo 9

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Harry se despertó después de una noche de insomnio. No se había molestado en colocar una sábana bajo su cuerpo y se había quedado pegado al sofá de cuero como un esparadrapo. Estaba de malas pulgas. Se vistió con los pantalones de la noche anterior y cruzó el salón sin mucha seguridad hasta el cuarto de baño. La cama estaba hecha. Al menos uno de los dos había dormido bien. La puerta del cuarto de baño estaba abierta. Miró el reloj. Eran las ocho de la mañana y había dormido poco más de tres horas. ¿Dónde se habría metido Ashley un domingo por la mañana tan temprano?

Después de una reconfortante ducha se puso cómodo con unos vaqueros desgastados cortos y una camiseta roja sin mangas. Fue hasta la cocina. Antes de salir, Ashley había vaciado el lavavajillas y dispuesto cada cosa en su sitio. No recordaba haber escuchado un solo ruido. Buscó alguna nota, pero no había. Algo disgustado, se preparó café y huevos revueltos. Eran su especialidad, aunque solía hacer para dos y los servía en la cama.

En cuanto entró en la cocina, Ashley comprendió que había regresado demasiado pronto. Podía haber perdido toda la mañana en un cine de sesión continua que había a un par de manzanas, leyendo distraídamente los subtítulos.

-Buenos días, dormilón -dijo con una sonrisa.

Depositó sobre la encimera una bandeja de bollos y el periódico. No quería mirar directamente a Harry, que estaba parcialmente desnudo. Era de piel morena, oscura y sin una sola peca. Gozaba, de forma natural, de un cuerpo atlético que no había trabajado en un gimnasio. No era justo, pero ¿qué era la justicia? Sintió un dolor familiar en el pecho. Se volvió y tomó una taza de uno de los armarios.

-Una gran fiesta -dijo-. Me gustaron tus amigos.

-Creo que fue mutuo -replicó Harry.

Observó el calzón negro ajustado y la camiseta blanca ceñida a su figura. Tan solo el aire cabía entre el tejido y la piel. A pesar de venir de correr en el parque, Ashley tuvo consciencia de su sugerente aspecto. La mirada de Harry se paseó por todo lo largo de sus piernas y terminó en el pelo, que estaba recogido en una cola de caballo.

-¿Has estado corriendo?

-Sí, en el parque que hay del otro lado.

Incluso a las siete de la mañana el parque había estado abarrotado con ciclistas, patinadores y madres con sus carritos. Pero nadie la había mirado como la miraba Harry en ese instante. Ninguna persona podía hacerla estremecer con una simple mirada. Llenó su taza con agua mineral, bebió el contenido de una vez, y se sirvió un café. El sol de la mañana bañaba con su luz el cuerpo de Harry, sentado junto a la ventana. Su piel era como el bronce pulido. Los músculos que había adquirido a fuerza de trabajar en su casa se diseminaban sobre su cuerpo como un conjunto de valles y promontorios. No tenía un solo gramo de grasa.

La camiseta sin mangas no dejaba mucho a la imaginación. Intentó no fijarse en el pezón moreno que había quedado al descubierto cuando Harry se había girado de medio lado. Ashley se sirvió un poco de leche y azúcar. Tomó la bandeja de bollos.

-Tienes un gimnasio en la novena planta -recordó Harry cuando Ashley se sentó frente a él en la mesa.

-Es cierto. Allí vas a buscar nuevas conquistas -dijo ella-. Prefiero hacer ejercicio al aire libre. ¿Quieres un donut?

Harry negó con la cabeza. Ella se estremeció al sentirlo tan cerca.

-Acabo de desayunar y te he dejado tu parte en el horno -la miró de arriba abajo-. Estás en muy buena forma.

-¿En buena forma? -apartó la bandeja grasienta, se levantó y tensó los músculos de su brazo derecho-. Estoy en perfecto estado, así que no lo olvides.

Juego de seduccion |hashley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora