Capitulo 12

556 37 5
                                    

Harry no alcanzaba a comprender por qué no podía compaginar la satisfacción de sus deseos mientras aguardaba a que Ashley encontrara la felicidad. De alguna manera, ambos propósitos estaban unidos. Si no podía tener a Ashley, no quería estar con ninguna otra mujer. Frustrado, pero decidido a mantenerse firme, emitió un gruñido de disgusto. Una voz, desde la cabina de al lado, surgió de improviso.

-¡Búsquese una mujer, amigo!

La noche siguiente, Harry estaba echando a la basura los restos de unas galletas quemadas cuando Ashley regresó de su cita con Dan.

-¡Caramba! -Ashley aireó el ambiente con las manos-. Huele que apesta. ¿Qué estás haciendo levantado a estas horas?

-Estaba quemando unas galletas -replicó con ironía-. ¿Qué tal tu cita?

-Divertida -se sentó en un taburete alto y balanceó el pie-. La obra era muy mala. Pero hemos cenado en un restaurante italiano magnífico que se llama Giovanni. ¿Lo conoces?

-Fui yo quien le habló de ese sitio a Dan. ¿Así que lo habéis pasado en grande?

-Bueno, es encantador.

-Pero recuerda que ya ha estado casado una vez.

-Eso no será un problema, siempre que no insista en invitar a su exmujer a cenar con nosotros -bromeó Ashley.

Algunos días más tarde, Ashley decidió que las cosas no estaban marchando bien. En parte era culpa de ella porque casi nunca estaba en casa. Y, además, estaba actuando de un modo demasiado sutil. Necesitaba elevar un poco la temperatura. Estaban anclados en medio de la bahía en el barco de Nick. El calor resultaba asfixiante pese a que ya había pasado lo peor. Se sentía como la bruja mala en El mago de Oz. Se estaba derritiendo.

No corría ni un poco de viento, el agua azul marino estaba en calma y unas cuantas embarcaciones de vela cruzaban la bahía con la esperanza de encontrar un poco de viento. En la distancia, la ciudad semejaba una postal de ensueño. Incluso podía reconocer la torre de su apartamento al fondo. Harry estaba tumbado sobre una toalla, boca abajo, en la cubierta. Nick descansaba en una tumbona. Tenía un libro sobre el regazo y había cerrado los ojos. Los dos estaban en bañador y una fina película de sudor cubría sus cuerpos morenos.

Ashley vestía un vestido verde limón muy veraniego. Estaba sentada en la sombra y no dejaba de suspirar. Se levantó un poco la falda para que el sol alcanzara sus piernas.

-¿Crees que sí me siento al sol desaparecerán las pecas y conseguiré un bonito bronceado? -preguntó Ashley.

-No dejas de preguntar lo mismo desde que cumpliste quince años - respondió Harry-. Y la respuesta sigue siendo «no».

Harry alargó la mano para alcanzar la botella de agua y Ashley la empujó en su dirección con el pie.

-Gracias -dijo-. ¿Recuerdas el año que fuiste a Hawaii? Regresaste roja como un cangrejo y pelada.

-¿Y cómo lo sabes? Tú no estabas allí -recordó Ashley.

Había sido el mismo año que Harry se había marchado a estudiar arquitectura a Nueva York. Se había sentido completamente vacía y deshecha. Incluso peor que cuando su madre la había abandonado y se había marchado.

-Papá me lo dijo -apuntó Harry.

Ashley sintió que se le humedecían los ojos y se mordió el labio. Había pasado unos años maravillosos en compañía de su padrastro. Y lo echaba mucho de menos. Añoraba su amor incondicional y la calidez de sus brazos cuando la reconfortaba. Echaba de menos todo su cariño y el sentido de pertenencia. Cerró los ojos y rezó en silencio una oración de eterna gratitud por aquellos años.

Juego de seduccion |hashley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora