2𝐶05 | Sebaek

BaekHyun.

Una blanca pastilla bajaba lentamente por su garganta, BaekHyun odiaba esa sensación pero no tenía otra opción. Se dirigió a su habitación arrastrando sus pies por la suave alfombra que no tardó en hacer estática junto con sus calcetines, rodó los ojos al darse cuenta de aquello.
Se tiró en su cama boca abajo y tragó saliva, aún sentía como si la pastilla estuviese en medio de su garganta, tenía la sensación de que se había atorado ahí para siempre, aunque sabía perfectamente que luego se le olvidaría.
Lentamente se giró y miró al techo, ese día era un día verdaderamente caluroso, vamos, sólo estábamos en marzo...
Su celular sonó con una vieja canción de los beatles: Hey jude. Una de la las más conocidas y la que más le fascinaba a BaekHyun.

Na, na na, nananana...

-Hay jude -siguió antes de colgar a la llamada, no le contestaría a un número desconocido.
Dejó su teléfono a un lado y se volvió a recostar, no fue mucho el tiempo que pasó para que su teléfono volviera a sonar, él sólo lo ignoró y cerró sus ojos tras comprobar que era el mismo número que antes.
Estaba seguro de que estaba equivocado, esa llamada no era para él, ¿por qué había gente tan tonta?, no, la mejor palabra era despistada. No, lo mejor era no pensar aquello, incluso a él le había pasado un par de veces.
Se levantó de la cama y vaciló por la sala durante unos minutos, verdaderamente no tenía nada que hacer, ya había limpiado y hecho su tarea y simplemente no le apetecía utilizar el teléfono. Tal vez salir fuese una buena opción.
Regresó a su habitación y tomó una chaqueta color café, esa chaqueta que ChanYeol le había regalado en su primer aniversario hace no tantos años, sin duda ChanYeol fue, hasta ahora, con quien tuvo su mejor relación.

Es una lástima que haya terminado como acabó.

Todo a manos de su propia madre.

Desde entonces BaekHyun no hablaba con ella, ni siquiera quería recordar su rostro o pronunciar su nombre, sin embargo, algunas noches se disculpaba con ella, en voz baja y con las lágrimas acompañándole. «Perdón mamá» sólo eso murmuraba, sin cerrar los ojos, sin visualizar sus escasas arrugas o su severo mirar, sólo susurraba aquello con la mente en blanco una y otra vez.
ChanYeol tampoco hablaba con él, a BaekHyun aún le dolía, sin embargo sabía que atarse al pasado nada bueno le podía traer, no podía rebobinar el tiempo por más que quisiese...mas esa chaqueta era lo único que conservaba con relación a ChanYeol. Era algo que, aunque supiese que era lo mejor hacer, le era imposible deshacerse de ella.

Caminaba por las calles, al poco tiempo se quitó la chaqueta y sólo se dejó aquel jersey verdaderamente delgado de color gris que llevaba, no entendía el clima ni a su mente. Recientemente había estado bastante distraído, perdía las cosas y le costaba poner atención a lo que el profesor les decía en clases. No se sentía como si estuviese en ese lugar, no sentía como si estuviese vivo en realidad y no entendía el porqué. Todo le era tan...¿monótono? Era complicado...o tal vez muy sencillo. No sentía que nada le importaba en realidad y sólo quería silencio y tranquilidad. Nada más.

Pero aquello también le era bastante aburrido.

«No hacemos nada malo, sólo amamos como todos los demás» sonrió al recodar aquello, últimamente se acordaba mucho de su antiguo profesor de filosofía, Lay, parecía que sólo podía recordar su voz ya y también le costaba demasiado escucharla, pero era un poco más fácil que recordar cualquier otra cosa.
«BaekHyun, nunca tengas miedo de amar» y verdaderamente nunca lo tuvo y nunca lo tendría, no era demasiado valiente, pero tampoco era un completo cobarde, siempre se había caracterizado por estar, la mayor parte de las ocasiones, en un punto medio entre una cosa y otra.
Respiró profundo el aire fresco, estaba sentado en una de esas bancas que se colocan por la calle para que las personas cansadas de tanto caminar tomen un descanso o para que, personas como BaekHyun esperando que algo interesante pasase, se sentaran a mira el paisaje urbano de siempre.
BaekHyun pensaba que la gran mayoría de las personas que miraba caminar con prisa todos los días; no eran felices en verdad.