De hoy en adelante.

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-Qué forma más cariñosa de comportarte...creo que te han cambiado- dijo el abuelo, mi única frontera para limitar mis verdaderos errores.

Abrazándolo fuertemente no temía dejar seguir las emociones. Prestaba nula importancia a las palabras que emitió el abuelo y me concentre solo en el momento. Sin duda alguna lo extrañaba o tal vez solo era que me recordaba a la familia...supuestamente no tendría sentido alguno acordarse de lo que ya fue y solo asi encontraría lo verdaderamente importante.

-Perdón pero no hay tiempo para continuar con esta conmovedora imagen- llamo Isabella al verme realizando aquella imagen junto a mi abuelo.

-Ya que usted entro en nuestro círculo y solo por esta vez se le permite faltar a nuestras leyes...dependemos de sus aptitudes y actitudes para alcanzar cierto estatus-.

Aquello que mantenía pegado a mi cuerpo se esfumo de la nada. Registrando la habitación solo encontré una moneda cristalina justo en el suelo donde estuvo hace apenas unos segundos mi muy apreciado abuelo.

-Vaya forma la de ustedes de matar la situación, suena de poco a menos todos los relatos que pude o no escuchar de niño por parte de el- dije limpiado de mi rostro los restos de humedad.

-De repente nada tiene una línea a seguir, no entiendo de que trata todo esto y aun sin saberlo...- amaine mis palabras y entumecí mi boca dejando entre ver una negación ante mi comportamiento anterior. Requería de ciertas referencias...que causaban sin duda alguna un remordimiento, esa roca que ahora tenía en mi espalda o esa cicatriz que hoy empezaba a volver a causar dolor.

Habían pasado tantos hallazgos de la verdad de mi forma de actuar y el hecho de estar en esos momentos asi, no era por ver a mi abuelo. Solo quería aceptar la perdida abrazando al tipo que jamás había visto llorar en su vida, aquel que justificaba la tristeza con largas caminatas nocturnas y con travesías por el lago a las afueras de la cuidad.

Llegue a pensar que era un sueño pero al ver al vetusto roble Lorenz, solo me acompleje por creer aun eso. Quería estar presente en su adiós pero al mismo tiempo no lo quería. Los cadáveres no eran de mi agrado y siempre me dejaban la impresión que no quería recordar, demacrados y en total silencio...no era como si...si...deseara que jamás se fuesen. No creía en una segunda o tercera oportunidad de regresar al mundo, no me interesaba volver como algún animal y tampoco me llamaba la atención buscar acerca de que me depararía al cerrar los ojos para siempre.

-Y para continuar tenemos a...- cruce ambos brazos y relaje los parpados, somnoliento por la aburrida platica que seguramente me esperaba. Había pasado tiempo sin sentir las sensaciones naturales del hombre, aquellas que...

-Solo tengo que avisarle no como advertencia sino como parte del acuerdo...-

-¿Qué acuerdo?- cuestione a Isabella al tiempo que movía entre mis dedos la moneda cristalina que había conseguido.

-Bueno supongo que es hora de ponerse serios asi que...lo invito a tomar asiento y hablar sobre ciertos temas de mutuo interés- respondió con un semblante serio y para nada cordial ni nada por el estilo.

-De acuerdo empecemos con esta estupidez...-

-Le pido que modere y limite ese tipo de frases en este sitio y en cualquier otro, no queremos personajes impertinentes y ladinos-.

Me disculpe por lo que dije y solo me dedique a escuchar a la mujer al frente de mí.

-Ya debe saber ciertas cosas sobre todo esto asi que asumo que no hay que empezar por el principio- dijo y al cierto modo que tomo su bolígrafo y empezó nuevamente a escribir -Hemos estado encargándonos de ciertas personas como usted, aunque, no como usted en si- prosiguió explicando.

EL VALOR DE UNA PROMESA[PAUSADA-EDITANDO].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora