Lo real.

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— ¿Italia?..

Susurro leve...

— ¿Verdad que es toda una chulada?—dijo Gabriel.

Era una realidad totalmente perdida, hacia donde mirase, hacia donde ponía atención. Según escuche en algún libro de arte dentro de toda persona existe un plazo de perdición en donde no podías para de pensar sobre el objetivo de vivir. Algunos de estos hombres optaban por adentrarse al más allá y lograban el arte. Es difícil encontrar un concepto que identifique a el arte en sí pero...

—Es arte... ¡Es una verdadera obra de arte!

El hombre no paraba de alegar cosas para engrandecer tal lugar. Gabriel insistía con la misma oración, las mismas palabras al instante que el viento resoplaba por todo el lugar.

"Si algo puede llamarse increíble es este lugar"

Una villa rustica, una enorme deidad del renacimiento era algo asi como un cielo que de verdad existía en la tierra. El canal que dividía a la cuidad, el reparto mínimo de casas de tejados triangulares, las calles un tanto estrechas pero cómodas para andar y por supuesto un panorama de aquellos que las fotos trataban de describir. En algo se diferenciaba de la Florencia que yo tuve la oportunidad de conocer...el penetrante color verde y la sensación de la naturaleza reinando sobre el ingenio humano.

Gente transitando de un lugar a otro sin prisa alguna. Llevando sonrisas enormes y sosteniendo conversaciones que seguramente eran de su interés...

—Lo has visto antes o, ¿me equivoco?— dijo Gabriel mientras cerraba la puerta.

Aun quería apartarme de todo e interactuar con el lugar al grado de pertenecer por completo a allí.

—Tan impresionante es esta cosa que me paso.

—Te sorprendería lo enorme que puede ser algo que nunca antes tuvo razón para existir. Esto es algo que con el tiempo crecerá hasta que lo reconozcas como...

—Mi hogar—en un suspiro, como un final de película.

Un empujón de parte de Gabriel me hizo reaccionar y con un trastabillar de mis pies forme parte de aquella pintura. La puerta desapareció al momento que Gabriel me miraba con una sensación que me dejo en dudas.

—Estos lugares son unas maravillas—dijo—. Es incluso más grande de lo que puedas imaginar.

De su parte obtuve una bienvenida un tanto sorpresiva, sin explicaciones claras y sin un lugar a donde escapar de toda esa locura que creía tener y que aún no puedo borrar.

—Bien, vamos a la repisa de la flor—exclamo Gabriel—. No creo que sea tarde.

No tenía intención de saber que era exactamente esa repisa de la flor, aunque, algo era seguro no encontraría significado que me sirviera de algo.

Seguimos caminando y yo admiraba cada lugar de alrededor, fuentes con un agua tan brillante como zafiros, pastizales cortos perfectos para tomar una siesta. Pude ver alrededor de unas 15 personas en un trayecto de aproximadamente unos 3 minutos o eso creía ya que era demasiado difícil pues el tiempo no era factor en este sitio. Esas fueron algunas de las explicaciones que tuve en la charla con Gabriel. Decidí tratar de compaginarme con el lugar, su estilo, sus dimensiones diminutas y gigantescas a la vez. Estaba impresionado podría decirse que era como volver al renacimiento en la mismísima cuna de este.

Pero aun asi con toda esa multitud, con todas esas miradas y rostros, ninguno parecía poder verme. Note que ninguna de esas personas me daba un vistazo ni siquiera para observar su camino y sus posibles trayectorias. Era como si fuese un fantasma incluso con la particular vestimenta que tenía.

EL VALOR DE UNA PROMESA[PAUSADA-EDITANDO].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora