6. Jaime culiao (2/2)

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Seungkwan:

¿No les molesta ese sentimiento casi agotador que sientes en el pecho cuando sientes que la cagaste? Puta, así mismo me sentía ahora, el dolorcito en el pecho se expandía hasta mis brazos, hasta mis piernas, hasta todo mi cuerpo, me sentía tan mal que sólo quería desaparecer luego, o que ese día nunca hubiese pasado.

Pero ya po, como no deben estar cachando niuna weá de lo que les estoy diciendo, se los voy a contar, así bien pal pico, pero siempre digno.

Estabamos el Jaime y yo en el Starbucks del Costanera, tratando de avanzar un poco que sea en el trabajo culiao que ya me tenía las weas hinchadas. Mientras que yo dele que dele escribiendo en mi computador, el otro weón no hacía nada, si no fuera porque quería terminar luego el documento en Word, hace rato le habría pegado sus buenos wates a este weón para que trabajara, no me hacia niuna gracia que mi bebé anduviera todo preocupado por culpa del Jaime al tener que juntarse conmigo como para que ahora el weon no esté haciendo nada.

Sentía y podía ver de reojo como la gente entraba y salía del local, pero no pescaba mucho o nada, estaba muy concentrado, el Jaime estaba leyendo las primeras páginas del libro que habíamos elegido, que era Sobredosis de Alberto Fuguet, un libro de 1990 sobre una serie de cuentos que relataban una realidad de Chile por los años 80', de los jóvenes indiferentes al gobierno militar de la época, además de ser una crítica al consumismo y a los problemas económicos, entre otras cosas. Era un libro la raja que me había tocado leer en primero medio y me había quedado gustando, así que yo me había ofrecido a hacer la reseña y observaciones entre otras cosas, y le dije al Jaime que se encargara del cartel para la discertación. Pero en toda la hora y media que llevábamos aquí, recién agarró el libro para cachar cómo se llama.

— ¡Puta oh, Hansol culiao, soy bruto weon! — escuché un lloriqueo a lo lejos y me llamó la atención porque salió el nombre de mi pololo en el grito y puta, no es por nada pero el nombre "Hansol" no es muy común aquí en Chile.

Y efectivamente, cuando levanté la vista, ahí estaban, no sólo mi pololo, sino el Jun, quien estaba abrazando al Minghao que le lloriqueaba que el Hansol le había pegado muy fuerte, mientras él sólo se reía. ¿Hace cuánto rato estarán esos weones aquí? ¿Acaso el Hansol vino a vigilarme?

— ¿Acaso tu pololo vino a vigilarte o qué chucha? — me preguntó el Jaime dejando el sharpie sobre la mesa.

— No creo, pudo haber sido una coincidencia, yo no le dije a nadie dónde iba a estar y el Hansol me dijo que iba a andar en Providencia con su mamá, así que probablemente por eso estén aquí — dije también para mi mismo, dándome cuenta de que era imposible que el Hansol me anduviera vigilando si no le dije a él ni al Jun ni a nadie dónde iba a andar.

— Chaa, yo creí que el Hansol iba a andar pegao detrás de nosotros en cualquier lugar que fueramos, y no estaba tan equivocado.

— Oye, ya te dije que el no sabía donde iba a estar, además, él confía en mi.

— ¿Estai seguro? — me preguntó mirando al Hansol que parecía recién darse cuenta de nuestra presencia.

Ni siquiera tuve tiempo a reaccionar cuando pasó, fueron como dos segundos que pasaron volando.

Primero, de la nada, el Jaime me había dado un beso y un segundo más tarde estaban el Hansol y el Minghao a penas siendo sostenidos por el Jun mientras el Jaime estaba en el suelo con el labio roto.

Cuando fui consciente de lo que había pasado, me pasé la manga por la boca mientras un escalofrío de asco me recorrió entero. Miré al Jaime tirado en el suelo y me entró un enojo de aquellos, quería pegarle su buena y merecida patá en las weas, pero hubo algo que me detuvo.

a vo te pagan por aweonao 🍃 verkwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora