Cap.9 Imposiblemente real

199 20 0
                                    


 —¡Guillermo Díaz, quiero explicaciones y las quiero ahora!

Toqueteaba la puerta sin cesar, y aún así no se pensaba levantar de la cama para abrirle la puerta; No podía hacerle frente, no podía darle la cara después de la noticia más shockeante de su existencia. 

Maldita sea, la imaginación de las shippers habían resultado en una posibilidad ¡Peor aún, en una realidad! ¡Todavía peor, en SU realidad!

¡Demonios, chicas, demonios!

—¿Qué explicaciones quieres? ¿¡No es suficiente con lo que has visto!? —Exclamó abrazando la almohada con fuerza, sintiéndose completamente estúpido. 

Samuel pareció calmarse. 

—Ábreme, por favor, solo... hablemos. 

La pasividad de su voz consiguió hacer que se levantara de la cama y le dejase entrar; Ni en un momento hizo contacto visual con él, simplemente volvió a recostarse intentando dejar pasar las malas ideas que cruzaban por su mente, intentando enfocar su cabeza en otra cosa que no fuera el hecho de que posiblemente estaba embarazado. 

Lo cual sonaba tan malditamente ridículo que quería pegarse un tiro justo en el centro de las cejas. 

Tragó saliva intentando no dirigirle la mirada por más impulso que tuviera de hacerlo, pero quería hacerlo, quería hablar con él de eso, quería preguntar qué iban a hacer ahora. 

Era tan novelesca y confusa la situación que casi podía sentir que alguien iba a entrar diciendo que siempre lo amó. 

—Guillermo, ¿Por qué nunca me dijiste que tú...?

—¡Porque no lo sabía! —Exclamó casi al borde de un ataque de ansiedad— ¿Crees que si yo hubiese sabido de esto, no te lo habría dicho antes? —Pestañeó un par de veces conteniendo esas lágrimas de desesperación. 

—Bueno, pero venga ya, vamos a... al doctor a que nos confirme esto. No le pienso creer a ese pedazo de plástico nada más. —Se levantó el mayor decidido a confirmar sus temores. 

—No, no podemos hacer eso ¿¡Quién va a creernos!? —Se levantó rápidamente de la cama y comenzó a dar vueltas por la habitación completamente asustado. 

—¡Tío! ¡Que por lo menos nos inventamos alguna excusa y nos han de atender! ¡Confía en mí! — Exclamó Samuel tomándole los hombros. 

—¡No, Samuel! ¡No lo van a hacer! —Exclamó asustado— Yo... ¿Q-Qué vamos a hacer?

—Entiende que tenemos que ir al hospital, Guillermo. Esa es la única forma en la que comprobaremos esto. Vámonos. —Insistió cruzándose de brazos. 

—No, no, te he dicho que no. —Se tapó la cabeza con las mantas. 

—¿Por qué no? ¡Hombre! ¡Que si nos descuidamos tú salud se afectará! —Samuel le tomó por los hombros. 

—¡Que nos vamos a ver como unos idiotas, tío! ¡No podemos hacer eso! —Exclamó Guillermo al borde de un colapso nervioso. 

—¡Venga ya! ¡Para de ser tan negativo y vamos a ver al doctor, coño!

Guillermo lo tenía bien sabido e incrustado en la cabeza: Si a Samuel se le salía una palabrota en plena discusión, era algo serio. 

Sintiéndose clavado en la pared contra la espada, optó por relajarse y hacerle caso por una vez. Su tosudez había perdido la batalla, pero quizás no perdería la guerra.

—Vale, vale, te... te creeré. Tan solo espero que no sean tan crueles con nosotros. —Dijo finalmente bajando la mirada.

—No lo serán, estaré contigo. 

Error (Wigetta) {M-Preg} | Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora