Cap.16 Decepción

210 20 2
                                    


—Bien, Guillermo. Vamos a revisar qué tal vais, ¿vale?

Suspiró una vez más asintiendo con la cabeza, distrajo su mirada hacia cualquier otro punto buscando no alterarse y arruinar todo. Estaba ansioso, quería confesarle al doctor todo lo que había sentido, lo que había pasado. 

Pero a fin de cuentas, una caída no es tan mala ¿No?

Es decir, solo fue un resbalón; No es tan malo ¿cierto?

—Tienes un pequeño moretón aquí. ¿Te has golpeado?

—¿Qué? —Preguntó Lana volteando asustada—. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué tienes esto? ¿Por qué no me habías dicho?

—Fue solo un pequeño resbalón en la habitación —Se excusó—. Estoy bien. 

—¿Te golpeaste con algo? —Se apresuró a preguntar el doctor antes de que la chica comenzara el drama—. ¿La hostia fue dura?

—No y no —Rodó los ojos—. Estoy bien.

—Pues a mí no me convence, le diré a la enfermera para hacerte unos estudios. Ya regreso. 

 A penas aquel hombre cruzó la puerta, Lana explotó en un arranque de ira entremezclada con preocupación. Claro que estaba alterada ¿Y si al pequeño le había pasado algo?, Guillermo estaba bien y eso se notaba ¿Pero y el niño en camino qué?

—Dime que siguió pataleando después del estruendo, por favor —Pidió sin mirarlo—. Dime que él está bien. 

—De hecho, comenzó a patalear mucho después de eso—Confesó enojado—. Estamos bien ¿Por qué tanto alboroto?

—¡Porque vosotros dos sois la preocupación de todos!, ¿¡No has entendido que estás en una situación delicada y que si algo te pasa puede ser fatal!? Goddammit!

Los ojos de la rubia se cristalizaron antes de poder decir algo, ahí venían: lágrimas de frustración ¿Hace cuánto no lloraba por la rabia? ¿Desde que tenía quince, quizás?; Hacía tanto tiempo que no sentía tanta presión. 

Guillermo suspiró avergonzado. —Lo siento, Lana. 

—What? —Preguntó aquella subiendo la mirada lentamente—. ¿Qué has dicho?

—Lo siento, I'm sorry —Repitió—. Yo... solo quería que... Me dejen en paz. 

—¿Qué dices, tío? —Se ofendió la rubia sentándose a su lado en la camilla—. No estamos molestándote ni mucho menos, no hacemos lo que hacemos porque queremos hacerte la pelota; Solo... queremos que vosotros dos estéis bien, que estéis cómodos. 

—Vuestra preocupación es excesiva, joder. 

—¡Pero claro que no!, los dolores que tienes casi no los aguantas, tío. ¡Deja de fingir!

—Vale —Interrumpió el doctor volviendo a la habitación, sostenía como siempre su pisapapeles—.  Os haremos unos cuántos exámenes para verificar que estéis bien, pero me preocupa el tiempo que tienes. ¿Cuánto es ya?, he perdido la cuenta.

¿Cuánto hacía que se había ido Samuel? 

—Siete meses, casi ocho —Confesó Lana con seriedad levantándose suavemente de aquel colchón, otra vez, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos—. Iré a ver como están los demás afuera. 

A penas la chica cruzó la puerta, casi parecía que se había llevado con ella ese calor y el significado de la luz del sol que cruzaba por la ventana. ¿Finalmente la había llevado al límite?

Error (Wigetta) {M-Preg} | Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora