Cap.39 Culpa

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Jueves por la tarde.

Ese día de jueves, había amanecido con el solsticio más caluroso, pero ya para la tarde estaba fresco el clima otra vez.

Extrañamente, Guillermo le había escrito que estaría ocupado hasta muy tarde ese día, pese a que le gustaba salir temprano los jueves después de sus reuniones; Pero a nadie le importaba desde que había adquirido esa tendencia. Así que él se encargaría de pasar a buscar al pequeño en el curso de matemáticas.

Estaba relativamente solo ese día, a diferencia de Andrew, que estaba metido en su celular con su estúpida sonrisa socarrona en el rostro y los pies sobre la mesita de centro, molestando el panorama como siempre. Cosa que él odiaba.

—¿Podemos hablar? —Preguntó Samuel dejando su taza de café sobre la susodicha mesita— Baja los pies de la mesa, joder. Eso es antihigiénico.

—Uy —Bromeó él despreocupado—. Hoy estamos un poco molestos ¿eh?

—Mucho, diría yo —Refunfuñó rodando los ojos—. Deja de mirarme así, lo que quiero hablar contigo es serio.

Andrew, haciéndole caso finalmente, le hizo espacio a su lado en el sofá. —¿Y... de qué se trata?

—De nosotros, ya deberías haberte dado cuenta. Seré breve: Quiero-

De la nada, el rechinar de las ruedas de un auto al derrapar los interrumpió abruptamente; Sin embargo, Samuel se extrañó al no escuchar el sonido seco del vehículo colisionándose contra un obstáculo en su trayecto.

Era particular escuchar semejante cosa en esa calle, tomando en cuenta de que era un suburbio cerrado.

—¡Samuel!

—¿Guillermo?

Pese a las preguntas inútiles e incesantes de Andrew justo a sus espaldas, rápidamente corrió hacia afuera... encontrándose así con Guillermo, moreteado y sangrando mientras se bajaba del auto.

—Bájate, bájate ya —Lo escuchó ordenarle a su pasajero mientras le abría la puerta— ¡Joder! ¡Te he dado una orden!

—¡Papá, espera! ¡Pa- —Se quejaba el pequeño ante los jalones de su padre.

—¿Qué es esto? ¿Qué te pasa, Guillermo? —Preguntó Samuel perplejo— ¡Que lo vas a lastimar, joder!

—¡Papá! ¡Papá, por favor! ¡Por favor, espera! —Gimoteaba el niño aterrorizado mientras intentaba seguirle el paso.

—¡Tío, basta!

—¡Tú fuiste quién quiso todo esto! —Replicó Guillermo mirándolo lleno de rabia— ¡Pues ahora hazte cargo!

Con la furia en su punto máximo, Guillermo le dio un empujón al niño hacia él hasta el punto que el pequeño casi caía al suelo; Aún así, en un hilo de llanto, intentó regresar con su padre.

—¡Por favor, papá! ¡Yo quiero quedarme contigo! —Sollozaba— ¡Por favor!

—Sam, entra a la casa —Ordenó agarrándolo de la muñeca—. Entra en la casa, ahora. Adentro está Andrew.

—¡Pero papá necesita ayuda! ¡Está herido! —Replicó el niño forcejeando en su contra— ¡Suéltame! ¡Déjame ir!

—¡Te he dicho que entres a la casa, obedece!

En ese momento, Andrew salió de la casa, llevándose a la fuerza al pequeño dentro del lugar.

—¡¿Y a ti qué demonios te pasa ahora?! —Exclamó yendo detrás de él— ¡¿Quién te crees para tratarlo así, para venir de esta manera a mi casa?!

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