Cap.13 Mal comienzo

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Más desagradable que los síntomas de lo que consideraba su cruz, era tratar con el sujeto día tras día sobre el mismo tema: El bebé en camino. 

No es como si el quisiese tener al "Pelmazo" de Samuel de regreso en su vida, al contrario de ello, deseaba que él regresase y lo apoyase en tema tan delicado; Pero ya hacían tres semanas que de él no sabía nada desde la última llamada hacía tres meses. Su canal continuaba activo, pero sus redes parecían completamente congeladas. 

—¡Basta, Guillermo! —Lo regañó Lana arrebatándole a las malas el teléfono, este bufó. 

—¡No me contesta! ¡Ni siquiera suena...!  

Desesperado y sumamente frustrado hacia la irresponsabilidad de aquel, terminó de un gran sorbo la cuarta taza de café que estaba ingiriendo. Lana se alarmó por dicho hecho, principalmente porque se trataba de café cargado. 

—¡Suficiente, tío! —Se quejó arrebatándole la taza de las manos—. ¿¡Acaso pretendes llegar a México corriendo!? ¡Es suficiente de esto! 

—¡Entre este niño, él, el canal y vosotros con sus preocupaciones, me vais a volver loco! —Exclamó Guillermo desparramándose en el sofá lleno de incomodidades y algún que otro cojín de diseño gracioso.

—¡Joder! ¡Que si no lo hacemos nosotros, ya habrías abortado! —Se defendió la mujer llena de indignación—. Además ¿Qué culpa tiene el pequeño? Si ni siquiera ha nacido. 

—Lana, si no existiera primeramente no estaríamos encerrados en este embrollo.

—¡Pero existe! ¡Acéptalo! 

Ambos intercambiaron una serie de desagradables miradas en muestra obvia de su descontento por las ideas del otro; No obstante, los ojos de Guillermo se llenaron lentamente de lágrimas de frustración que se convirtieron en un pesado llanto.

Lana suspiró vencida.—Lo siento, Guille. Pero, tío, ya debes dejar de echarle culpas al niño por las cosas malas que han pasado desde que te enteraste... no es como si tu vientre fuese una caja de pandora. 

—Pareciera... —Gimoteó agriamente. 

—No lo es, solo... has tenido una mala semana. Cuando tengas al pequeño entre tus brazos, ya ni recordarás lo mucho que te desagrada ahora —Sonrió la rubia sentándose a su lado—. Verás que con el pasar del tiempo comenzarás a desear verlo.

—No lo creo. 

—¡Que con esos ánimos no creerías ni que tienes nariz a pesar de que estás viéndola!; Vamos a comer algo y luego vamos al cine, también podemos ir a por algún postre y...

—No, Lana —Interrumpió aquel sentándose en el sofá de golpe, rápidamente secó sus lágrimas simulando demencia a toda la situación—; No quiero salir... ¿sí? Perdón. Quiero... quiero estar solo.

—Pero-

—Por favor...  

No pudiendo discutirle absolutamente nada a esos hermosos ojos de cachorrito que le hacía, Lana se fue del lugar completamente inconforme. Claro que la preocupación asolaba su mente y el turbio sentimiento de que él en algún momento haría una locura de la que se iba a arrepentir era sumamente insoportable. Pero a pesar de todo, ella confiaba en él. 

Resistiendo el dolor de cabeza, Guillermo se recostó nuevamente en el cómodo asiento, posando inconscientemente sus manos sobre su vientre en principios de hinchazón... Pronto no habría ninguna excusa creíble para su gordura inusual, estaría más que contra la espada y la pared. Y lo odiaría profundamente, así como odiaba tener que llevarlo dentro suya.

Error (Wigetta) {M-Preg} | Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora