Cap.31 Problemas

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Mediodía

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—Uh... joder...

Samuel echó la cabeza hacia atrás, intentando ser lo más silencioso que podía, aguantaba las ganas de jadear con más fuerza, comprimiendo un poco su placer contra su garganta. Cerró sus puños sobre sus rodillas y bajó la mirada, como disfrutaba ver esa tierna expresión que hacía Guillermo cuando lo tenía entre sus piernas y aún más cuando de vez en cuando le dedicaba esa mirada juguetona.

—Me estás torturando, eh... —Jadeó en voz baja, rió—. Lo haces más lento a propósito...

Incómodo, preso de esa ansiedad inmensa que sentía por correrse finalmente, se aferró de la mesa y se removió un poco.

—No me gusta este juego y lo sabes... puedes... por favor... —Casi rogaba, mordiéndose los labios en busca de calma— Chiqui, por Dios...

Después de un minuto más de esa tensión que sentía, la alta velocidad regresó a acariciar el deseo de llegar al clímax, el calor se avivó que casi parecía quemante y justo en el punto el exacto, finalmente se dejó ir por completo.

—Ah~ sí, eso es... —Gimoteó por lo bajo, suspiró lleno de gusto— Estas maniobritas tuyas están siendo una costumbre, ¿acaso estás retándome?

Un ligero "pop" se escuchó, entonces, Guillermo se levantó mientras se limpiaba los labios con las manos.

—Y si lo hago, ¿qué?

—Habrá consecuencias —Respondió Samuel observándolo acomodarle el pantalón—. Te las vas a ver conmigo.

—¿Ah sí?

—Ajá.

Ambos soltaron una risilla mientras se miraban a los ojos, claro que querían continuar, pero Samuel tenía otros asuntos que arreglar con respecto al partner; Mal momento para estar en la cúspide de la imaginación y todo empezaba a ponerse más que bueno.

El móvil de Guillermo sonó y Samuel lo tomó como su señal para irse, le dio una nalgada, le guiñó el ojo y se marchó entre risillas; A penas cerró la puerta pudo escuchar la voz de Andrew preguntar qué tanto hacía con él y por qué era tan importante que charlasen. No pudo evitar reírse por lo bajo, qué maravilla era sentirse como un ganador.

Decidido a salir temprano, contestó la llamada que le había llegado.

Sin embargo, no era justamente la que él esperaba.

—¿Hola?

—Mr. Díaz? Me temo que necesitamos que venga a buscar a Samuel. 


...

Más tarde ese día

A penas llegar a la escuela lo había recibido una maestra y un niño pequeño llenos de sangre, lo cual había puesto su preocupación y estrés en su punto más alto.

De alguna manera, había deseado que la persona herida fuese sido ese niño que la maestra tenía agarrado con firmeza de la muñeca izquierda, pero el mundo no era tan bueno con él como para regalarle un regaño a Samuel.

—Entonces, hijo, ¿Qué pasó después? —Preguntó la directora con elocuencia anotando cada palabra que decía el pequeño, a su lado, la subdirectora grababa la conversación con su teléfono móvil.

—Pues, cuando fui a defender a Hannah de Jamie, él se ha aparecido con una regla y me ha golpeado con fuerza en el rostro, maestra —Contó el pequeño con la voz un poco temblorosa.

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