IX: A la normalidad... Casi

384 24 0
                                    

Estaba en aquél salón jugando con Dustin, él y yo fingíamos ser parte de los soldados de Nirshmit’. Nuestras espadas eran de madera y usábamos pistolas de papel, me sentía dichosa de tener a mi gran amigo.

Una voz se escuchaba a lo lejos, era de un adolescente:

— [____], [____]. Ven, aquí... Ven con tu hermano. —Mi vista se dirigió a ese pasillo solitario, había una puerta entreabierta. Mi curiosidad fue más fuerte y corrí hasta ella dejando a Dustin atrás solo, al llegar a ésta mi corazón se aceleró tensando mi cuerpo.

Entré en la misteriosa habitación encontrándome a un muchacho encadenado, tenía la misma mirada que mamá, sus piel y un cabello negro y liso— ¿Qué haces aquí? ¿Quién eres?

— Soy tu hermano mayor, ¿Tú eres [____], verdad? —Asentí levemente cautivada por el parecido que tenía con mamá, pero en una versión masculina. Sonreí de manera amplia y corrí a sus brazos acurrucandome en su pecho, soltó una pequeña risa y correspondió dificultosamente al estar encadenado.

— ¿Por qué estás aquí? —Su mirada se ensombreció y una lágrima cayó por su mejilla rodando hasta su mentón.

— Debes escapar, o te harán lo que a mí. Tú eres especial... Somos especiales. —Habló por último y todo se hizo oscuro, no veía ni siquiera mis manos.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

— ¡No te vayas! —Me desperté observando frente a mí al vacío, no estaban. Estaba sola, y acababa de tener la peor de mis pesadillas, aún no me olvidaba de aquél muchacho que decía ser mi hermano.

¿Qué podía hacer? No sabía dónde estaba, ni si estaba vivo, si era bueno o malo. ¿Qué es bueno y qué es malo? Aún no entendía todo lo que pasaba, pero en esos instantes sólo quería verlo a él, a mi hermano. Ya había amanecido y aún no aparecían por ningún lado, estaba encadenada nuevamente, llorando y rogándole al destino para que me permitiera poder solucionar todo pronto y descubrir qué hacía allí.

— ¿Estás bien? —Steve apareció con un tazón de leche y cereales, muy práctico. Se sentó en la silla que se hayaba frente a mí y tomó un pañuelo del bolsillo de su abrigo para limpiar las lágrimas de mi rostro ya empapado.

— No me toques, soy un monstruo. —Solté intentando alejarme— Si quisiera te mataría...

— Pero no quieres, lo sé. Lo veo en tus ojos —Nuestras miradas se cruzaron y un choque eléctrico recorrió mi pecho, una sonrisa sutil se asomó en su rostro provocando un sonrojo inocente en mis pómulos.

— ¿Qué tengo que hacer? Me duelen las muñecas —El rubio se inclinó hacia mí estando de pie, su torso estaba muy cerca de mi rostro y eso me ponía aún más nerviosa. Sentí cómo soltó las cadenas y mis manos quedaron totalmente libres, instintivamente lo abracé y me quebré.

Me sentía perdida en el universo, veía cómo brillaban los demás con su camino elegido. Sin embargo, yo no sabía quién era ni qué debía elegir, no comprendía por qué me había elegido a mí el universo. Extrañaba mi vida, extrañaba a mi familia, extrañaba el pasado.

— Tranquila, todo estará bien —Acariciaba mi cabello suavemente a la vez que me abrazaba con fuerza haciéndome sentir más segura— Por favor, [____]... Quiero saber qué recuerdas de lo que ha pasado. Has estado un par de días aquí y no sé si ya recuerdas todo.

— Pues... —En él confiaba, y bastante. No me sentía presionada así que decidí contarle cada cosa que lograba recordar, hasta el final— Por favor, cuéntame lo que hacía con ustedes... ¿Cómo los conocí?

《Steve Rogers y Tu》StarlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora