Tino y Berwald abandonaron su campamento temprano a la mañana. El segundo se dio cuenta de inmediato de que el dragón se sentía incómodo o tal vez, nervioso por alguna extraña razón. Había algo que le estaba molestando y Berwald era incapaz de imaginarse de lo que podría tratarse.
—¿Estás bien, Tino? —Como creía que el muchacho no iba a responderle directamente, Berwald se plantó frente a él y no se movió de allí.
El dragón miró de reojo a Berwald, antes de devolver la mirada hacia al suelo. Evidentemente no estaba haciendo un buen trabajo en disimular lo que le preocupaba. En realidad, no dejaba de pensar en cuál sería la reacción de su compañero cuando éste supiera la verdadera razón por la cual estaban en aquel valle.
—¡Por supuesto que estoy bien! —El muchacho levantó la mirada y sonrió. Esperaba que aquello fuera suficiente para Berwald, porque aún no tenía la menor idea de cómo decirle a éste lo que estaba a punto de acontecer.
Pero Berwald no estaba convencido en lo absoluto y descargó su equipaje en el suelo. Quería una respuesta sincera del otro.
—¿Quieres hablar de ello? —Berwald se cruzó de brazos mientras que observaba atentamente a las acciones de Tino. Sabía que algo le estaba ocultando y lo iba a descubrir.
—¡No hay nada de qué hablar! —Tino dio un par de pasos hacia adelante y luego se dio la vuelta:—¡Vamos! ¡Tenemos que encontrarnos con Sigurd y Magnus! —le recordó.
Sin embargo, Berwald no se movió de su lugar y eso desesperó al dragón. ¿Qué se suponía que debía hacer en aquel momento? Intentó jalarlo, pero en su forma humana no era lo suficientemente fuerte para hacerlo.
Tino se dio por vencido finalmente. Era probable que si ninguno de los dos daba su brazo a torcer, se quedarían todo el día en el mismo lugar.
—¡Bien! Si te cuento sobre lo que pasa, ¿me prometes que te pondrás en marcha a mi lado? —El muchacho temía que una vez que le dijere a Berwald la verdad, éste decidiera huir del lugar. No podría lidiar con esa clase de dolor. No otra vez.
El explorador asintió. A estas alturas del viaje, ya nada podía sorprenderlo. O al menos, eso era lo que pensó.
—¿Me lo prometes? —Tino se acercó a Berwald y le tomó de la mano. Realmente tenía miedo.
—Te lo prometo —Berwald no entendía el extraño comportamiento de Tino. Pero, de igual maneras, decidió hacerle esa promesa:—Aunque espero que no me uses como sacrificio humano —bromeó.
Tino rió nerviosamente y sacudió la cabeza de un lado a otro.
—Nunca podría lastimarte —Tino contestó, esperando que con dicha frase, Berwald entendiera lo que estaba a punto de revelarle.
En ese momento, Berwald creyó que Tino se veía sumamente adorable. Sabía que era un pensamiento estúpido, ya que Tino era una criatura inmortal, mientras que él era un mero humano que podría morir en cualquier instante.
—Así que... —Tino tomó una bocanada de aire y continuó:—Creo que eres un dragón —Agachó la mirada y después de unos segundos en silencio, consiguió la valentía para seguir:—Es más, creo que eres la reencarnación de mi antiguo compañero —explicó mientras que sus mejillas se tornaban rojas.
Berwald levantó de una de sus cejas, incrédulo.
—Tino, es muy temprano para esa clase de bromas —Berwald se rehusó a creer tal cosa.
—¡No estoy bromeando! —Tino infló las mejillas como un niño caprichoso:—Tu tatuaje... Tu tatuaje tiene una inscripción que menciona sobre el retorno de un dragón —dijo:—Por eso es que vienes conmigo. Tal vez sea una extraña coincidencia —añadió, aunque rogaba que no lo fuera en su interior.
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El dragón y yo [DenNor/SuFin]
Fanfiction[PARODIA] [FANTASÍA MEDIEVAL] Magnus y Berwald son dos jóvenes que buscan la aventura de su vida. Por supuesto, hasta que se encontraron cara a cara frente a un dragón. Pero el destino les deparaba algo más que un simple encuentro. Créditos de la p...