Capítulo 8: Skip romantic

20 2 0
                                    

El 28 de diciembre se cumplen 6 años desde que se estrelló el avión. Cada año imagino que mi papá nunca murió, que todo fue una mala broma del día de los inocentes y el 29 aparecería en casa. Inclusive que había estado viviendo secretamente allá en Argentina. Pero no tendría sentido.



No ha pasado nada interesante en lo que va del 2015. En enero, Red Diamond no tuvo ningún evento, pero nos dedicamos a grabar más videos para Youtube. Planeamos ir a un festival en Ciudad de México, pero como no iban a ir adultos y Piña no cuenta como uno para mi mamá, fui el único que no fue. Si sigue así voy a perderme todos los festivales de mi vida.

Hoy es día de San Valentín. Hay niñas vendiendo cup-ckaes, galletas, globos y por parte de la escuela, venden rosas. Yo soy cero detallista, pero me pasa por la mente regalarle algo a Sara.

La maestra de Química termina la clase ya que nadie la está pelando y la gente empieza a levantarse y a salir del salón. Guardo mis cosas y meto la mano a mi bolsillo trasero, la neta sí me alcanza para comprar solo un cup-cake.

— Güey – Chris me pone la palma en el hombro –, hay una morra de sexto que está vendiendo "brownies" – alza las cejas remarcando lo último y entiendo.

Vuelvo a ver mi cartera. Qué tentación, pero también miedo porque la última vez que intenté jugarle al vergüitas, me fue muy mal. Un brownie es leve, pero ¿y si de repente nos cae de sorpresa el antidoping de nuevo? Aunque es el día del amor y la amistad...

— Yo te lo picho, por lo de la otra vez – me da un manotazo en la cartera.

Subimos las escaleras al tercer piso y vemos una bola de gente en un salón. Una morra nos tiende dos rectángulos de brownie, Chris los paga y salimos como si nada. Volteo a todos lados cuidándome de que Irene no esté cerca. Mi amigo insiste en que no pasa nada y me relajo para dar el primer mordisco.

Freddo, Ben y Darío salen también del salón y se nos unen para ponermos todos al barandal. Vemos el claustro alborotado, la gente de un lado a otro abrazándose y regalándose cosas. De pronto, los que la están haciendo de Cupido y están entregando rosas: Pablo (en traje) y Maritza cargando una caja, se nos acercan y me entregan una rosa. Mi corazón late rapidísimo y siento mi cara caliente de vergüenza. ¿Alguien me regaló una flor? En seguida Pablo saca una carta y me la entrega diciendo que eso también me lo mandaron. Tomo el sobre rosa y lo guardo en mi pantalón sin siquiera leerlo. Mis amigos empiezan de idiotas y Freddo casi me baja los jeans en el intento de quitarme la carta.

— ¡Eh... dámela, cabrón! – trato de quitársela, pero este es más rápido y la mantiene en alto.

— ¿Quién te la dio? – la empieza a desdoblar.

— No sé y no me interesa – me rindo recomponiéndome en mi lugar.

— Por ti siento algo que no había sentido alguna vez... – comienza a leer y me empiezo a retorcer de la cursilería. Aprieto los oídos y las voces se vuelven casi inaudibles.

Observo la flor y, sin querer, me espino el dedo con el tallo y sacudo la mano.

— "Con amor, anónimo" – Ben lee lo último.

Me como de un bocado lo que queda del pan para restarle importancia a esa estúpida carta.

— Anónimo, qué mamada – opina el flaco.

— Podría ser Belén – propone Ben.

— No, es lesbiana – responde Chris.

— ¿Bisexual?

Plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora