Capítulo 10: Secreto

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— El azul queda con tu pelo – opina Jack.

— Pero no siempre vas a tenerlo azul, ¿o sí? – cuestiono.

— Pues hasta que decida cambiarlo con Sophie – dice sosteniendo los tahalíes.

— Güey ¿se pintan el cabello del mismo color? – Jack se asombra.

— Sí, es una forma de recordar más o menos la fecha por la que empezamos a andar.

Observo las cuerdas y dudo en comprar una para mi bajo porque ya está algo puteada. Pero creo que sí aguanta.

— Güey, el que sea está bien porque la guitarra es blanca.

— Cierto, primito. Deme el verde fosfo – afirma Jerry.

— ¿Algo más?

Levanto la cabeza y todos me miran esperando una respuesta.

— Ah, no.

Salimos del lugar y a una cuadra de la parada del camión, Jack se detiene en un local de cosas frikis.

— Güey no... hoy no quiero ver cosas otakus, paro – me quejo.

— Solo será un minuto – entra corriendo mientras Jerry y yo nos quedamos afuera.

— Tal vez hoy no quieres vivir. ¿Qué traes?

— Es que...

Normalmente no tengo secretos con Jerry, más bien, no tengo porque es mi mejor amigo, solo que esto no puedo contárselo, se lo prometí a Scar. Es algo pendejo, pero no puedo.

— Tengo que hacer una tarea y está bien cabrona.

El güey se caga de risa. Soné bien pinche ridículo.

— No mames, güey, eso ni tu madre te la cree – señala a la nada con la bolsa de la tienda de música en su mano.

— Chinga tu madre – me saca una risa nasal.

— Llevas como una semana así, güey.

En realidad son casi dos.

— Luego te cuento, ahorita solo quiero llegar a casa.

Jack sale con una mini caja.

— ¿Qué es eso, güey? – le arrebata la cajita.

— ¡Un funko llavero de Himiko Toga! – nos dice con ojos grandes como si fuera la cosa más asombrosa del mundo.

— Está perro, eh – Jerry lo examina.

— Se ve bonita – opino de lejos y emprendemos paso –. ¿Es otro que no vas a sacar de su caja?

— Claro, güey, son colección – responde obvio.

— ¡¿Tonces qué chingados?! Pa qué comprarlos si no los usas.

— Porque si los sacas pierden valor, güey.

Bufo frustrado y tuerzo los dedos por lo idiota que es el primo, lo bueno es que no somos de sangre. Na ya estuviera yo de pendejo haciendo lo que este güey hace.

— Sí, primito, sí – Jerry le palmea como dándole a entender que es un pendejo, pero lo queremos.

Por suerte el camión llega pronto, pero no hay asientos libres.

Llego a casa y tengo más mensajes de Scar desde hace dos semanas y dejé de abrir hace una.

Lo que pasa es que no sé si pueda seguir su juego. Acepté porque estaba pedo, pero... no sé cuánto pueda durar.

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