Capítulo 6

4.9K 601 895
                                    


Bakugou se despertó luego de un rato. No entendía por qué se encontraba tirado entre unos arbustos, por lo que decidió que mejor sería levantarse y averiguarlo. Se levantó dolorosamente, tenía su cuerpo adolorido y la muñeca que Todoroki le había lastimado ahora parecía estar peor. Vio el trineo totalmente abollado contra una enorme roca, miró más allá de donde se supone debió haber llegado, no pudo encontrar los toboganes donde se suponía debía estar.

Ah, lo había recordado.

Recordó cómo había salido volando desde los mismos como un proyectil y que lo último que había visto antes de desmayarse fue cómo su rostro iba directamente contra un árbol. El mismo árbol que tenía al lado.

Suspiró.

Se supone que si hubiera caído podría volver sin problemas a los toboganes, pero ni una mierda de eso ahora, había caído quizás a cientos de metros de los toboganes y ni tenía la más mínima idea de dónde ir. No podía localizarse, estaba perdido.

Tocó su frente al momento en que sintió algo frío caer desde su cabeza. Miró su mano, era sangre. Si no estuviera tan aturdido de seguro hubiera explotado por la frustración y el enojo, pero ahora su mirada estaba nublada y apenas y reconocía estar de pie. Es por eso mismo que la opción de quedarse allí y esperar a que rastrearan el puto trineo destrozado se esfumó, se había olvidado por completo de eso.

Agradeció no haber muerto, pero se sentía un tanto intranquilo teniendo ese líquido caerle por la frente lentamente mientras que caminaba con dificultad hacia... ¿hacia dónde?

Al cabo de un rato se dio cuenta de que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo, de hacia donde se dirigía ni qué hacer. Cuando recordó que el trineo poseía un rastreador ya era demasiado tarde como para volver por él, no tenía la más mínima idea de dónde lo había abandonado.

Caminó alrededor de 4 horas sin entender nada. Sentía la cabeza darle vueltas y la sangre no paraba de fluir desde su cabeza, pero aún si sentía que podía desplomarse no se rindió, no iba a dejarse llevar fácilmente. Es por eso que caminaba sin detenerse, sosteniéndose de los árboles, para mantenerse ocupado y que su cuerpo no aprovechara un momento de debilidad para apagarse.

¿Estaba enojado? Sí que lo estaba, pero sabía que solo la culpa era de él por desobedecer al guía sabelotodo con respecto a no abusar de la velocidad. Pero bueno, ya nada podía hacer. Solamente le quedaba mantenerse en pie y despierto porque sabía que si llegara a caer sería su fin.

Cuando se completaron 7 horas ya el cielo comenzaba a tornarse rojo. Bakugou se había detenido apoyando su espalda contra un árbol, el sudor corría por su frente y ya no podía más con la vista nublada que en verdad le estaba tocando los huevos. Su respiración estaba un tanto agitada. No había parado de caminar durante horas y él sentía que en verdad estaba perdido, que no lo encontrarían nunca.

Miraba hacia todos lados pensando que tal vez pudiera hallar a alguien pasando por ahí o alguna luz que lo guiara, esperando obviamente que fuera cualquier luz a excepción de aquella que dicen las personas que ves cuando estas a punto de morir. Esa sí que no.

Pero no era estúpido, sabía que se estaba desangrando y que muy pronto ya no tendría fuerzas de seguir caminando, el frío llegaría y eso solamente aceleraría su muerte. Cada cuarto de hora que pasaba perdía una esperanza de sobrevivir y dejaba sus pensamientos más oscuros fluir, no quería reconocerlo, pero estaba un poco asustado. De todas las formas posibles de morir en este mundo y le había tocado la más aburrida, pensaba, arrastrando los pies por la tierra llena de hojas secas y ramitas.

Un triste y loco amor de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora