Capítulo 14

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Bakugou se revolcó en su cama una vez más, se escondió debajo de la almohada esperando a que ese extraño sonido en el techo se detuviera de una puta vez. Pero no, ese ruido seguía allí.

Agarró su teléfono para ver la hora que marcaba en el reloj digital, se le fue difícil puesto que sus ojos aún se encontraban nublados por el sueño y la luz de la pantalla se le era abrumadora, por no decir cegadora. Eran las 08: 30 de la mañana, el comedor ya debería haber estado abierto hace un buen momento y él se había quedado en la cama para seguir durmiendo, no tenía hambre, pero su sueño se vio opacado debido a ese molesto ruido sobre el techo.

Sus demás compañeros de cuarto se habían levantado hace una hora atrás siendo lo bastante amables para dejarle las cortinas cerradas y así la luz del exterior no interrumpiera su sueño, es por eso que la luz proveniente de la pantalla de su teléfono fue demasiado fuerte para su vista, siendo obligado a ir a "Configuración" y bajarle el brillo a la porquería.

Dejó su teléfono de lado y enterró su rostro en la almohada a tal punto que casi se ahoga, pero estaba seguro que algo como eso no significaría su tercera vez frente a la muerte.

La puerta se abrió silenciosamente, Bakugou supo enseguida que se trataba del pecoso de Midoriya por el rechinar molesto de sus estúpidas zapatillas. Lo dejó pasar tratando de volver a retomar el camino hacia el cansancio y quedarse allí a lo menos otros 5 minutos, pero le fue imposible.

Midoriya se sentó en el suelo con su mochila entre las piernas, había ido a buscar un cable USB para prestárselo a las chicas puesto que lo necesitaban hasta que los chicos se dignaran a reparar lo que hicieron esa mañana. Incluso si él no tuvo nada que ver en lo que sus compañeros de cabaña hicieron, se vio obligado a arreglar el asunto antes de que la furia de sus compañeras se incrementara y se vengaran más tarde de ellos. Porque aunque todos las vieran como unas chicas inofensivas, las mujeres podían ser completamente aterradoras si es que se les provocaba. Y sus compañeras no se quedaban atrás.

Bakugou se dio vuelta quedándose boca arriba, su expresión era aterradora y graciosa, pero Midoriya no podría reírse de eso pues no quería morir. El rubio se pasó la mano por la cara con irritación. –No sabía que en este lugar también podían haber gatos, maldición... -Gruñó sin intención de hablar con el pecoso que lo escuchó claramente.

Midoriya sonrió agraciado mientras seguía buscando el cable auxiliar. –Aquí no hay gatos, Kacchan. –Le respondió tratando de ahogar la risa. Midoriya sabía que Bakugou tenía entendido que en esas montañas era muy difícil que hubiera gatos, pero recordó que un Kacchan con sueño podía ser capaz de decir grandes barbaridades sin darse cuenta.

Bakugou se sentó en la cama. -¿Entonces qué mierda hay en el techo?

Midoriya exclamó con felicidad tras haber hallado el bendito cable. –Es Kirishima. –Respondió guardando el cable en su bolsillo para disponerse a guardar su mochila.

-¿Qué? –Preguntó extrañado. -¿Por qué demonios está en el techo? –Preguntó sentándose en el borde de la cama y dejando sus pies desnudos tocar el piso de madera. Se preguntaba cuándo sería el día en que pudiera despertar sin tener que pensar o tener que escuchar el nombre de ese sujeto.

Midoriya se levantó. –Quiere suicidarse. –Respondió.

-¡¿Qué?! –Bakugou saltó de la cama y de un manotazo abrió las cortinas y la ventana para asomar la mitad de su cuerpo por la ésta, siendo atrapado por el pecoso ante la posibilidad de que el rubio pudiera caerse. -¡KIRISHIMA, BÁJATE DEL MALDITO TECHO AHORA MISMO!

Un triste y loco amor de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora