Capítulo 5

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—Escucha, le daré otra oportunidad a tu respuesta porque creo ser una persona benevolente y, también, porque quiero pensar que no hueles a cerveza y pasto mojado— Dijo el castaño, haciendo presión sobre su cabeza a forma de aligerar el estrés que le parecía provocar mi sola presencia frente a él.

Acerqué mi nariz a mis brazos, apartándola al instante al ver que tenía razón.

—Bien, puedes tener razón en lo último, pero como ya te dije, estoy aquí para ser una persona reformada, que obtenga su oficio de forma honesta y-

—Solo quieres el uniforme, ¿verdad?

—Y la placa también, si son tan amables— Dije ya resignándome a dejar la actuación que había planeado y no hallando una mejor solución, puesto que había tenido que devolver el uniforme que le había "pedido prestado" al cartero más alto.

—No tienes vergüenza, ¿no es cierto?— Soltó un suspiro el más bajo, para luego desviar la mirada. No llevaba conociéndolo mucho tiempo, es más, esta era la segunda vez que hablaba con él y era para pedirle empleo fuera del correo con la ropa llena de pasto por dormir en el cementerio de nuevo, pero el punto es que sentía que había algo que quería preguntarme, aunque parecía indeciso de hacerlo.

—¿Quieres preguntarme algo, Laku?— Pregunté con una ceja alzada.

—Es Yaku— Gruñó, sin embargo, hizo una mueca dudosa hasta que se decidió a hablar— No es que me guste meterme en los temas de los demás, pero eres Kuroo Tetsuro, ¿no es así? ¿Qué acaso los terrenos de la familia Kuroo no cubren prácticamente toda la ciudad y la enorme casa a las afueras? ¿Por qué buscas empleo como cartero entonces?

Le devolví la mirada más serio de lo que pretendía, para luego suspirar con pesadez.

—Tocaste la fibra sensible, ¿eh?— Dije con una risa seca— Digamos que no soy muy bien recibido en esa casa— Intenté explicarle rascándome la nuca, pero él solo levantó la ceja esperando más información— Bien, bien, no me llevo de las mil maravillas con mi padre, eso es todo, ¿feliz?

—Eso no me dice nada— Dijo el otro con un suspiro— Bien, hablaré con los superiores para ver si te pueden dar un puesto...¡pero!— Recalcó cuando ya estaba abriendo mis brazos para abrazarlo— Debes lucir presentable para la entrevista.

—Yo siempre luzco presentable— Dije con pose glamorosa.

—Tienes pasto en tu cabello y un caracol en tu pantalón.

—Eso no es...oh, es verdad— Dije al notar al pequeño amigo escalando mi pierna.

—Agh, no puedo creer que esté haciendo esto— Murmuró Yaku, ya dirigiéndose al interior del edificio— Te espero aquí a las 16, más te vale que no tardes.

—¡Claro! ¡Aquí estaré!— Exclamé más alegre de lo que pretendía.

Ese era el primer paso, ahora que me convertiría en el cartero oficial de Akaashi Keiji, al menos esa parte de la historia se convertiría en verdad. Además que sería el primer trabajo honesto que consigo, mi madre estaría...ah, de nuevo comienzo a divagar.

Miré mi ropa con una mueca, Yaku tenía razón en decir que no podía presentarme así, pero del dicho al hecho, pues...

Con un suspiro, me encaminé hasta el lugar que menos quería visitar y que, últimamente, solo lo había hecho a escondidas o cuando mi padre no estaba, razón por la cual también había preferido dormir en el cementerio casi todos los días.

A medida que iba acercándome, mi vista se guiaba hasta las opacas flores del jardín, siendo inevitable compararlas con el arcoíris de vida que tenía él. Entré por la usual ventana que daba al pasillo lateral, para así evitar toparme con los sirvientes que cuidaban la entrada principal.

Remitente de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora