Exhalé profundamente, viendo indiferente el halo que escapaba de mis labios. Tenía mis brazos entumecidos por el frío y la ropa sucia por la tierra húmeda en la que estaba sentado. Probablemente lucía como un idiota, puesto que me hallaba de esa manera aún teniendo la banca del parque apoyada en mi espalda, pero era la única posición que me dejaba ver aquella hermosa panorámica del cielo nocturno sobre mí.
Llevándome mis pasos ya lo suficientemente lejos como para volver a sentir más que solo remordimiento, me di cuenta que no sabía a donde ir.
No quería ver el rostro de quienes me esperaban en casa.
No podía volver al cementerio...él ya tendría mejores visitas que yo.
Mordí mi labio como castigo por cada una de las palabras que salieron sin consentimiento de la razón horas atrás. Había planeado y repasado tantas veces lo que se supone que debió haber pasado, sin embargo en ese momento solo la culpa pudo hablar.
¿Qué podía hacer ahora?
¿Volver? ¿Llorar? ¿Disculparme...?
No...él ya no quiere saber nada más de mí.
Cerré los párpados, parecían más pesados de lo usual, como si tampoco quisieran ver lo desolada que se había vuelto nuestra visión cuando días atrás solo eran colores y amable tranquilidad.
¿Qué pensar...?
¿Aún puedo recordar? ¿Tengo derecho a eso?
Tal vez lo mejor sea no pensar nada.
Ah...pero ahí va ese molesto latido de nuevo, como si mi corazón estuviera advirtiéndome que se estaba rompiendo en pedazos y, si no hacía algo al respecto, terminaría solo en fragmentos imposibles de volver a reunir.
Sentir...
No...duele tanto que prefiero no volver a hacerlo jamás.
Terminé por dirigir mi vista al silencioso cielo, tan majestuoso en su oscuridad, como si no le temiera a sus propios límites. Inconscientemente comencé a contar estrellas. Me aliviaba pensar que podría estar así cuanto quisiera, sin complicados sentimientos ni angustiosos recuerdos.
Oh...seguía siendo tan cobarde.
—Tetsuro, tú siempre serás la estrella favorita de mamá.
Pude ver su figura de nuevo, su melena azabache caer sobre sus hombros, haciendo que su sonrisa quedara oculta parcialmente por aquellas finas hebras oscuras.
—Mamá...¿qué puedo hacer? Ya estoy tan cansado de equivocarme siempre.
Vi un destello triste en sus iris aceitunados, a la vez que sentía sus brazos rodearme con parsimonia, transmitiéndome una calma que dolía.
—¿Ya...no puedo solo rendirme y quedarme contigo?
Ella solo estrechó aún más el abrazo, antes de soltarme y dejar algo en mis manos.
—Yo ya dejé de escribir— Dijo con una sonrisa nostálgica, haciendo un gesto para que vea lo que me había entregado—. Fue la historia más hermosa. Mi corazón siempre me las muestra, aquellas fotografías donde sales tú y tu padre ocupando toda la memoria— Añadió riendo.
Bajé la mirada hasta el pequeño bolígrafo que reposaba en mi mano.
—Ahora te toca a ti.
—Ella tiene razón, Kuroo.
Me sobresalté al ver su silueta ahí también, como si mis miedos se hubieran materializado en sus ojos ámbar, solo que éstos lucían calmos, incluso más de lo que eran estando vivo.
![](https://img.wattpad.com/cover/113779189-288-k387577.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Remitente de vida
FanficKuroo Tetsuro piensa que fue la vida quien le quitó cualquier sentido a su existir, pero no tenía planeado que ésta aún le tuviera una carta preparada con el remitente de Akaashi Keiji. Los personajes son de exclusiva pertenencia a Haruichi Furudate...