Capítulo 14

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No sé donde me encuentro, tampoco tengo noción del tiempo, sin duda el lugar me parece ajeno y desconocido, trato de enfocar mi vista lo mejor que puedo, ya que solo una pequeña luz inunda en la habitación.

—Has despertado, como te encuentras ahora—cuando escucho su voz, me percato de la prescencia de Daniel sentado en un sofá a mi lado derecho.

—¿Dónde estoy, qué pasó?—respondo de manera inmediata a su llamado.

—Tranquila estamos en mi departamento—parece ver mi cara de desconcierto, y enseguida aclara—Este era mi hogar de soltero, nunca lo vendí, supongo que no te acuerdas de nada y es normal, el doctor dijo que por el sedante podrías tener algunos efectos como este. Lo siento pero estabas atravesando por una crisis nerviosa y sedarte fué la mejor opción.

—Solo dime que pasó—su rostro se contrae y es suficiente para que la duda se manifieste en mí—Estoy bien, puedes contarme, por favor, necesito saber que me sucedió.

—Yo no lo sé exactamente, solo sé que pasaba de las 10:00 pm, cuando marqué a tu celular y después de tantos intentos al fín respondiste a mi llamado—a pesar de ver en su rostro algo que me desconcertó, lo animé a seguir, asintiendo—Dije tu nombre y no respondiste, pero tu respiración al otro lado de la línea me hizo saber que algo no estaba bien, así que insisté y pensé que no hablarías nunca, pero entonces un grito ahogado brotó de ti, me pediste ayuda y yo sin dudarlo, acudí a ti.

—Mi pequeña, jamás esperé encontrarme contigo en la condición en la que estabas—al ver sus ojos cristalizar por las lágrimas algo en mí se rompió y con un nudo en la garganta, traté de hacerle continuar.

—Sigue, que fué lo que viste—para mi sorpresa mi tono fué suave y temeroso, me asustaba la ídea que que Daniel me hubiese visto frágil, fijé mi mirada en la suya—Solo continúa.

—Tu casa era un caos y tú—su mirada se apartó de mí—Tú estabas hecha un manojo de nervios, solo golpebas y tirabas cosas, no sabes el dolor que sentí, al verte allí tan lastimada, tan...

—Hecha mierda—susurré para mis adentros, pero al parecer Daniel me escuchó y fuí conciente de como caminó y se desplomó a mi lado con un llanto sumamente silencioso como doloroso—Hey no llores— sin pensarlo alcé su rostro hacia a mí y no sé como pero lo besé, y no puedo negar que disfruté el momento, estaba a punto de detenerme, cuando Daniel me atrajo más cerca y me apretó como si temiera que me fuera de su lado.

Daniel de un segundo a otro se levantó, seguido de eso solo sentí como se posicionó poco a poco arriba de mí, de un momento a otro sentí como sus manos hacían arder todo mi cuerpo con cada toque, el beso que inció lento y suave, fué ascendiendo en intensidad y ahora solo me arrebataba besos con desesperado deseo y pasión.

Mentía si decía que no me encontraba cómoda y segura en los brazos de Daniel, mi cuerpo entero necesitaba esta cercanía desde hace mucho tiempo, pero la voz en mi cabeza me trajo a la realidad, de pronto las imágenes del pasado me atormentaron y a pesar de que intenté alejarlas, una lágrima me escurrió por el rostro y fué todo lo que necesité para empujar a Daniel lejos de mí, pero el no accedía.

—Detente Daniel, ¡Para, para!—y con las fuerzas que me quedaban, después de aquellos besos arrazadores, lo empujé una vez más e inmediatamente me alejé de el, como si su contacto me quemara—Esto ha sido un error—dije con la voz aún cansada por lo ocurrido hace un instante.

—Laudeth, yo lo siento—pero no se porque su disculpa, movió algo en mi enterior y antes de analizar la situación lo miré con intensidad—Oh de verdad mi Cristal, perdóname, lo siento mucho.

—¿Qué es exactamente lo que sientes Daniel, haber perdido el control o haberme encontrado en mi apartamento al borde de la locura, como lo hiciste?—su mirada se nubló y esos ojos brillantes que me miraban con intensidad ya no estaban más, al contrario Daniel prefirió bajar la mirada—Contéstame Daniel, porque motivo quieres que te perdone.

—Miráme, maldita sea, mira lo que has hecho conmigo, ve en lo que tú, tu padré y la perra que se hace llamar tu esposa hicieron conmigo, Daniel no se exactamente que es lo que sientes, pero sin dudarlo puedo decirte que ninguna de tus disculpas podrá borrar todo lo que he tenido que padecer.

—Tú y tu porquería acabaron con mi vida, exterminaron de una manera inhumana mis motivos para vivir Daniel—suspiré—¿Sabes por qué estaba en esa situación ayer? ¿Tiénes alguna ídea Vida? Bien pues te lo diré.

—¡¡POR TÚ MALDITA CULPA!! ¡Tú y tu insistencia, tú y tus jodidas ganas de querer arreglar las cosas! ¿Arreglar qué Daniel, lo que me hiciste, a quién quieres arreglar? Es que estás ciego, soy un caos, yo ya no tengo arreglo alguno. No piensas responder—esperaba que dijera algo pero solo escuchaba su llanto entrecortado—Me lo imaginaba Daniel, no tienes nada que decir, siempre has sido un maldito cobarde.

Como pude, me apresuré a tomar mis cosas y mientras lo hacía, de verdad anciaba que Daniel dijera algo, pero no lo hizo, solo siguió mis movimientos con su mirada y eso me enfureció más, así que rápido salí de la habitación y bajé las escaleras que supuse se dirigian a la entrada y así fué, mientras las bajaba, escuché pasos tras de mí, llegué a la puerta para salir y su voz me detuvo.

—Espera puedo llevarte—mi mirada debió ser suficiente ya que se encogió de hombros y suspiró—Estás alterada Cristal, vamos déjame llevarte al menos.

—Tres cosas Daniel, la primera pediré un taxí, la segunda no me vuelvas a llamar Cristal, y tercera no vuelvas a buscarme, pues lo único por lo que sigo viva y para lo que me podrías ser útil, es para saciar mi sed de venganza.

—Laudeth yo...

—Te desprecio con toda mi alma Daniel Ivannock, así que será mejor que no vuelvas a buscarme, te lo aconsejo por tu  propio bien.

Fué lo último que dije antes de salir de su departamento.
Pero vaya que la vida siempre se ensaña conmigo, ya que esparaba el elevador, cuando de la nada éste paró y abrió sus puertas, pero mi sospresa fué grande, cuando de ellas la horrenda personalidad de Emily, salió de allí, entonces supe que mi día acababa de empezar.

Me observó de arriba, abajo y su mirada de desprecio no se hizo esperar, una sonrisa arrogante se colgó en sus labios; pero mi mirada hacia ella fué de completo fastidio y desprecio y por una milésima de segundo, me percaté de su incomodidad, pero como la astuta zorra que es, se las arregló para fingir que no le afectaba en lo absoluto mi presencia.

Sabía perfectamente que este día llegaría, y a pesar de la terrible sensación que sentía por lo acontecido a unos pasos de ese elevador, mi mente se preparó para atacar ante la más mínima provocación de la arpía que tenía frente a mí.

Suspiré y esperé para que lanzara su primer golpe de veneno, por que si ella era buena en esto, le demostraría que en este juego yo podría ser mejor.



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