Capítulo 8

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Mi mente estaba en un colapso total, de nuevo mis sentimientos habían surgido para demostrarme que aún no superaba el pasado.

Daniel ha sido una persona importante en mi vida, una persona que me hizo vivir la pasión, el amor y el placer, pero que a su vez también me hizo experimentar el dolor, la tristeza y el odio.

Verlo de nuevo frente a frente, fué como revivir toda esa etapa pasada de mi vida, sentí que mi cuerpo reaccionaba con tan solo un toque de su parte.

Una vez más el miedo e incertidumbre hicieron estragos en mi interior.

Reflejarme de nuevo en ese característico gris de sus ojos, detallar su cabello negro azabache, imaginando la textura que tendría si pasaba mis dedos por él, me sentí indefensa con su complexión, pues a pesar de llevar tacones esa noche seguía siendo más alto que yo, su cuerpo no había cambiado, solo que ahora quizás estaba un poco más tonificado, incluso su color de piel seguía siendo el mismo, una mezcla extraña entre el moreno y el blanco.

Su olor a colonia y a recién afeitado inundó mi nariz al acercarse a mí, verlo allí tan impotente y aún más atractivo que  hicieron a mis piernas temblar.

Pero lo que me descolocó, fué escuchar esa dura, fina e intimidante pero madura voz.

Escuchar mi nombre salir de sus labios, me descompuso a tal grado de dudar en mi decisión de no concederle hablar de todo lo que había pasado hace siete años.

Sentía mi cuerpo tenso, cansado y no era para menos, no logré conciliar el sueño en toda la noche.

Cerraba los ojos y lo veía a él, acompañado de su esposa.

Observar como Emily tomaba su brazo, hizo que en mi interior despertaran emociones desconocidas y  muy fuertes.

Bajé de mi cama, con la intención de dejar atrás todo lo ocurrido la noche anterior.

*****

Era fín de semana y el panorama de Londres era natural y un poco melancólico, el cielo estaba gris y posiblemente una tormenta no tardaría en caer.

Mi teléfono vibraba en la penumbra que había en la habitación, puesto que aún no levantaba las cortinas.

Tomé el móvil e inmediatamente limpie mis notificaciones y todas o la mayoría de ellas, mostraban una felicitación de distintas empresas y diferentes empresarios.

Necesitaba hablar con Mike y saber que todo estaba bien, pero antes, necesitaba ir al lugar en donde podía obtener la paz y la tranquilidad que se había esfumado al enfrentarme a mi pasado.

El clima estaba frío, así que me puse lo primero que encontré.

El lugar al que iba a nadie le importaba como vestía, allí no era importante ni reconocida, allí no tenía que fingir ser fuerte, ni mostrar una falsa sonrisa.

Allí no era juzgada ni señalada, al contrario en ese sitio me sentía bien conmigo misma.

*****

Es sábado por la tarde, me encuentro estacionada frente a la puerta principal del cementerio, siempre que vengo aquí, sucede lo mismo.

El dolor y la angustia se agolpan en mi pecho, el miedo y remordimiento florecen y cada vez, con más intensidad.

—No seas cobarde—susurro para mis adentros.

—Has hecho ya, esto muchas veces—pienso en mi interior.

Para cuando mis piernas dejan de temblar noto que pronto empezará a oscurecer, es entonces que me permito bajar del coche y comienzo a caminar.

Ese mismo sendero que pisado más de una vez y que siempre me resulta alentador pero extenso.

Ubico dos tumbas blancas, una a lado de la otra, cuidadas porque pago un servicio para que permanezcan limpias y en buen estado.

—Hola—digo y soy capaz de percibir el nudo que tengo en la garganta.

—No saben la falta que me hacen—continúo mientras el llanto se apodera de mí.

—Siempre tendré este vacío por haberlos perdidos—susurro mientras me arrodillo a un metro de distancia de cada lápida.

—Saben hoy solo vengo a pedirles que me den fuerza, para todo lo que tengo que hacer, no me abandonen ni tampoco me odien por querer destruirlo.

—Ustedes a pesar de no estar físicamente, son quienes me dan la tranquilidad, en momentos como este, en los que me siento desesperada y abrumada por la situación.

Sin nada más que decir, fijo la mirada al frente y no soy consciente de cuánto tiempo pasa hasta que siento que alguien toca mi hombro.

—Señorita, cerramos en cinco minutos, le pido se retire pronto por favor—me dice un encargado de quizás más de 40 años de edad.

Solo asiento a su petición, no pasando desapercibida la dulce y comprensiva, sonrisa que muestra su desgastado rostro.

—Es hora de irme y prometo que vendré más seguido a verlos, los adoro y siempre están presentes en mi mente y mi corazón—digo al notar que el encargado se ha marchado ya.

—Papá, mamá, los amo y espero que sigan cuidándome desde donde quieran que estén, vendré pronto.—Dije al pasar al lado de sus lápidas.

Con una última mirada hacia atrás, emprendo mi camino a casa para tratar de descansar aunque sea un poco, haber visitado el cementerio, fué como descargar un ligero peso de mis hombros.

*****

No tengo idea de cómo se llegó el lunes tan rápido.

Lo cierto es que me encuentro llena de trabajo y contratos por doquier.

—Hola, Laudeth en la línea dos tienes al Sr. Ivannock, dice su asistente que necesita hablar contigo de inmediato.

Me quedé pensando un rato, finalmente acepté esa llamada y tome todo de mi autocontrol, para sobrellevar las cosas y que la situación no me afectara o al menos tratar de fingir que no me afectaba.

—Buenas tardes, Sr. Ivannock, en que puedo ayudarlo—dije con la voz más neutra y agradable que pude ofrecer.

—Dejémonos de formalidades, Laudeth, necesitamos hablar y sabes que de inmediato, te parece si voy a tu oficina más tarde—dijo con un tono de voz serio y autoritario.

La ira, el enojo y la impotencia tomaron partida en mi sistema, tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener mis emociones a raya, para no perder los estribos y decirle todo lo que quería decir.

Tome una inspiración profunda y mantuve lejos esa vocecita en mi interior que amenazaba con salir a flote.

—Claro Sr. Ivannock, con gusto podré recibirlo, si son asuntos de trabajo—dije con toda la tranquilidad que fui capaz de reunir—Le agradecería tratarnos con respeto, para mí, eso es ser profesional.

—Profesional y un carajo Laudeth, tenemos que hablar lo quieras o no.

—A ver Daniel, si quieres venir a mi empresa y hablar conmigo, tiene que ser exclusivamente de trabajo, si no es así, no vengas y evítame la pena de no recibirte—mi tono de voz permaneció neutral y agradecí por eso.
—Si es todo, adiós, yo si tengo cosas que hacer y personas importantes que atender—Colgué sin esperar su respuesta.

Estaba mal ,muy mal, su manera de hablarme me hizo enfadarme, quien se creía para tratarme como lo hizo.

Que pretendía al exigirme cosas, Daniel ya no era nada ni nadie para influir en mi vida.

****

Ya es de noche y estoy recostada en mi cama, aún no termino de asimilar la llamada de hace un par de horas.

Trato de relajarme para poder  dormir y tras pasados unos minutos el sueño y cansancio se apoderan de mí, así como una presión en el pecho que me advierte,  que mañana el día no mejorará.

¿Pasión o Venganza? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora