Ciel se encontraba revisando lo balances e informes de sus empresas, se encontró haciendo eso todos los días, prácticamente no quería hacer nada más, como si pronto fuese su derrota, como si ya bajara los brazos antes de tiempo.
Se dedicaba a trabajar a todas horas, hasta que sea el mismo cuerpo quien se duerma solo por el mismo cansancio, de lo contrario los pensamientos antes de acostarse atormentarían a Ciel constantemente. Tampoco quería salir a resolver misterios, el simple hecho de estar sentado en el carruaje mirando hacia cualquier punto lo haría reflexionar. Pero ni haciendo todo eso se libraba de sus problemas, él sabia perfectamente que no pensar en ellos no hacia que no existieran. Su gemelo estaba vivo.
Eran alrededor de las diez de la mañana cuando el joven Phantomhive se despertó de pronto, su descanso se vio interrumpido por una terrible pesadilla. Sabia que era tarde, pero ya no le importaba el horario. Se levanto suave y en silencio de la silla donde se había quedado dormido, sobre la mesa frente a él había mas de doce carpetas repletas de hojas, todas ordenadas una sobre la otra. Se dirigió hacia la habitación de baño y al encontrarse con el espejo vio como una leve barba se asomaba.
Ya en el comedor, mientras se encontraba desayunando, aprovecho el momento para pedirle a Sebastian que lo ayudara a afeitarse como de costumbre y que también le retocará su cabellera que había crecido en este ultimo tiempo, no era muy bien visto que alguien como él estuviera en esas condiciones. Sebastian asintió y al finalizar el desayuno realizo todo lo que el señorito le había pedido.
Ciel volvió a su despacho con el fin de revisar aquellas carpetas que no había revisado. Todo el tiempo solía preguntarse ¿Hasta cuando seguiré en este estado? Pero no hallaba respuesta, tampoco las había para todas las demás que atormentaban su mente.
En los últimos días llegaron varias cartas a la mansión Phantomhive, la mayor parte era de distintos puntos solicitando la presencia del joven, mientras que otras sin remitente ni dirección dejaban mensajes un tanto inquietantes;
"Pronto me volverás a ver querido hermano"
"Ciel Phantomhive volverá a su hogar y pondrá orden a todo"
"Espero con ansias mi banquete de bienvenida"
"La reina, al igual que toda la alta sociedad, se pondrán feliz al verme de nuevo"
"Estas invitado a mi boda el 12 de Abril con la bella Marquesa Elizabeth Midford"
Al principio el joven se incomodaba demasiado al leer aquellos mensajes, pero de a poco se fue acostumbrando y ya resignado todo lo que hacia era quemarlos y contemplar como ardían entre las llamas rojas.
Para Sebastian no había algo mas molesto que ver a Ciel como un holgazán esperando a ser derrotado. Él fue el único que estuvo a su lado en todo momento, y quien lo conocía a la perfección, pero esta forma tan débil del joven nunca había sido vista por el perfecto mayordomo. Esta vez solo era eso, un mayordomo más, como un empleado más, de esos que no tenían derecho a entrometerse mas de la cuenta. En su profundo aburrimiento Sebastian acepto intentar conversar un poco mas con los demás sirvientes de la mansión. Empezó a enseñarles a realizar sus tareas de una forma mas eficiente, y con una gran, pero enorme, gigante y eterna paciencia comenzó a ver que estaban progresando.
—Muchas gracias Sebastian, esta siento muy amable en ayudarme... —eso dijo Mey-Rin un poco sonrojada ante la inesperada ayuda del mayordomo en alcanzarle una vajilla a la cual ella no lograba alcanzar.— pensaba limpiarla...
— En todo caso permitame que la ayude, es una pieza única en el mundo y el señorito se molestaría si se rompe...
— Si, entiendo... pero creo que se limpiar las cosas sin romperl..— sus palabras se vieron interrumpidas cuando el mayordomo abrió la canilla de la cocina y movió a la joven hasta ahí y él quedo detrás de ella sosteniendo sus manos.
— Te voy a enseñar a como se debe limpiar una vajilla tan delicada sin dañarla.— Sebastian tomo la mano derecha de la joven haciendo que esta tome cuidadosamente una esponja, y que con la otra agarrara bien el fino plato. Mey-Rin se sentía algo incomoda por la situación, ya que nunca sintió tan de cerca a Sebastian, pero estaba contenta te estar viviendo esa situación. Entonces en modo de agradecimiento se decidió a escucharlo atentamente para realizar las cosas bien de ahora en adelante.— Debes tomar el plato con mucha fuerza, para que no se te resbale, y luego haces esto...— procedió a seguir explicándole paso por paso, sin despegarse de ella, respirando a su lado mientras ella seguía sonrojada.
— Y la seca con suma delicadeza con esto, y vio, ni una raya quedo.— Sebastian termino su explicación haciendo que ella coloque el plato en el lugar donde lo había sacado con ayuda de él. Se alejo de ella por un momento y se volvió a acercar pero con una pequeña toalla, le pidió que levante sus manos y él con sumo cuidado fue secándolas suavemente. Alzo su cabeza y se topo con los ojos de Mey-Rin que lo miraban miraban a través del cristal de sus lentes. Sin saber bien ella y el terminaron muy cerca el uno del otro a un tres centímetros de que sus labios se rozaran.
Se escucho la puerta tocar.
— Con permiso debo ir a ver quien es.— Se retiro rápidamente de la cocina dejando a Mey-Rin algo perdida ante toda la situación vivida.
Sebastian abrió la puerta y dio un saludo con cortesía, la joven dio unos pasos mas e ingreso a la mansión. Se voltio para mirar al mayordomo y decirle una sola palabra;
— ¿C-Ciel?
— En su oficina Señorita Midford...
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¿Amor o Deber? - Ciel y Lizzy
Romance[completa/finalizada] Esta historia se centra cuando la Marquesa Elizabeth Midford, después de unos años alejada de Londres, regresa con la idea de afrontar su compromiso con el Conde Ciel Phantomhive con una mirada mas adulta y responsable. En cami...