Finnick Pov. (14 años)
Mi vida ya no era la misma desde que volví al Distrito 4 como Vencedor, todas aquellas personas muertas por mí, me perseguían todas las noches en mis sueños, los gritos de suplica, me tenían atormentado. Mi nombre es Finnick Odair, ganador de los Sexagésimo Quintos Juegos del Hambre, gane los juegos con algo de ayuda de mis patrocinadores, tome a los tributos como si fueran peces que pescar, les tomo casi una semana a mis competidores darse cuenta que era una amenaza para ellos, pero era demasiado tarde cuando se dieron cuenta, pues mi mentor me había mandado un tridente, era el regalo perfecto para acabar con todo tributo y volver a casa con Annie.
-He, hecho algo para ti. ¿Lo llevaras como amuleto? – me dijo en el poco tiempo que tuvimos en el Edificio de Justicia.
-Claro, Annie – le afirme. Extendí mi brazo y ella coloco un brazalete en el. – Terminé la red.
-No me puedo creer que recuerdos eso y menos aun que la hayas terminado. Pensé que lo habías abandonado a la semana. – estaba sorprendida que de verdad haya hecho una red solo, sin ayuda de nadie.
-Finnick Odair no apuesta algo que no planea ganar. – dije en forma burlona.
-Apuesto a que ganaras estos juegos y volverás a casa conmigo. – los Juegos, porque tenían que elegirme a mí, habiendo tantos chicos ¿Por qué a mí?
-Lo haré – claro que volvería. – Además todavía te debo unas clases de natación.
Fue esa última conversación que tuve con Annie que me dio fuerzas y valor para acabar con todo tributo que se pusiera en mi camino, tejí una red de algún tipo de vid que encontré para atrapar a mis oponentes y ensartarlos con el tridente, esas fueron las dos únicas armas que me ayudaron para volver a casa como un Vencedor.
Inclino mi cabeza entre ver el horizonte y volverla a dejar entre el hueco de mis piernas y manos, estaba cansado, esa noche no había podido dormir nada por las pesadillas, siento a alguien sentarse a lado de mi, no dice nada por unos minutos pero después habla.
-¿Cómo es? – pregunta Annie.
-Te lo dije, Annie, no quiero hablar de la arena – y menos a ella, decirle lo horrible que es, el cómo te sientes atrapado, con el miedo a flor de piel, cuidando tus espaldas.
-No, eso no, – me negó Annie. – ¿Cómo es nadar, Finn? – así que es eso.
-Yo... Bueno... – titube un poco. – Es como si volaras, fácil, ingrávido, y cuando te sumerges, es como si el mundo entero desapareciera. Excepto por el calor del agua y los latidos de tu corazón. Es... Es difícil de explicar. – contesto.
-¿Crees que me lo podrías mostrar? – me pregunta.
-¿Qué? – estaba incrédulo. – ¿Quieres que te lleve a nadar?
-Corrección: quiero que me enseñes a nadar. Después de todo, hicimos una apuesta. Y Annie Cresta no hace promesas que no tenga intención de cumplir. – sonrió ante el escuchar que Annie se acordare de nuestra apuesta, y sobre todo que había perdido – Entonces ¿me das a dar una clase de natación, o tendré que buscarme otro maestro? – me reí.
-Dudo que encuentres a alguien más con paciencia para aguantarte. – me levante de mi lugar y le tendí la mano a Annie para ayudarla a pararse. Nos adentramos en el agua tomados de la mano.
-Date la vuelta. – le digo, ella se da la vuelta, dándome la espalda. – Cierra los ojos, inclínate hacia mí y deja que te sujete. – se dejo guiar por mí, dejo todo su peso en el agua y yo la sujete de los brazos. Empezó a mover sus piernas como si estuviera corriendo, soltó una risa.
-¿Qué es tan divertido?
-Nada, en realidad. Es solo que todos estos años, pensé que nadar era difícil. Pero esto, esto es tan fácil como respirar.
-Bueno, técnicamente hablando, lo que estás haciendo es flotar. – me burle.
-Así que, lo que estás diciendo es que soy una nutria.
-Si... tienes tantas habilidades como un pedazo de madera. – se levanto y quedo frente a mí. – Creo que vamos a necesitar clases al menos tres veces por semana, si quieres pasar al siguiente nivel.
-¿Y qué viene después de trozo de madera?
-Pez muerto.
-Mmm, entonces mejor cinco días a la semana. – me lanzo agua, que yo respondí con otro y así sin pensarlo comenzamos una guerra de agua entre los dos, era la primera vez que me divertía después de a ver vuelto a casa, tome a Annie del brazo y la traje a mí para poder abrazarla.
-Gracias, Annie. – la había extrañado todo ese tiempo en la arena, la única persona a la que había podido importarle que fuera, aparte de mis padres. Nos quedamos así abrazados por un buen tiempo en el atardecer.
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The Hunger Games: Finnick & Annie
RomancePequeños Drabbles de Finnick y Annie, basado en una mini-serie de MainstayPro.