Capítulo 7: La Llama de la Esperanza

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Finnick Pov.

Escuchar de nuevo la voz de Annie, me devolvió la esperanza que había perdido, cuando me entere que ella había regresado, pero con secuelas, como todos lo hacemos, solo que para ella, los Juegos acabaron con su cordura, sus miedos se apoderaron de su mente y se dejo arrastrar, encerrándose en su propio mundo, y ésta es su forma de protegerse de la realidad, de sus pesadillas.

Pero cada día que pasa, mi esperanza se va consumiendo al no poder traer de regreso a mi querida Annie, a partir de ese momento en el que ella hablo, intente por todos los medios de escucharla de nuevo, pero mis intentos fueron fallidos.

Ha pasado ya casi un año. En todo este tiempo, lo único que había conseguido, era sacarle a Annie unas cuentas palabras. Me encuentro en la playa como es de costumbre, junto a mi lado esta Annie, metida en su realidad. Tomo delicadamente su mano y la llevo a mis labios, depositando un dulce beso en el dorso, para después retirar un mechón de su oreja y colocar una flor lila.

Hace unos meses, cuando comencé a contarle lo que hacía en el día a Annie, note que dejaba de estar rígida, y se tranquilizaba al escuchar mi voz. A partir de ese entonces, no hay día que no esté hablando con ella, apoyándola, porque fuera donde estuviera su mente, ella estaba ahí oyéndome, intentando volver conmigo.

-Sabes una cosa Annie. – comienzo a decir, al recordar ese pequeño suceso con mi padre. – Siempre me pregunte que habría más allá del mar, si encontraría más agua o hallaría tierra firme. – al decir esto noto como Annie aprieta mi mano, no sé, si sea un acto reflejo u otra cosa. Hasta el momento no quiero seguir ilusionándome. – Mi padre me conto una vez, que todo aquel hombre que se embarcaba e iba más allá del límite permitido, no se sabía nunca más de él. – continuo diciendo. – Puede que el Capitolio los capturaran y los convirtieran en Avox o solo fueron lo bastante afortunados de salir del Distrito y seguir vivos en aquella dirección. – señalo con mi dedo índice aquel horizonte que siempre miramos juntos, al ver el amanecer, el atardecer y el anochecer.

...

-Ya no se qué hacer Mags, estoy desesperado, ya ha pasado un año y Annie sigue en las mismas circunstancias. – le digo a mi antigua mentora, que en todos estos años ha sido de gran ayuda para mi, le debo mucho.

-Tienes que ser paciente, es ¿Qué acaso tus pesadillas han desaparecido? – me pregunta Mags.

-No, pero...

-Es lo mismo Finnick. – me interrumpe, sin dejarme seguir. – Annie tiene que sanar internamente para volver a enfrentar lo que le aguarda.

-Pero no he conseguido nada. – digo llevándome las manos al pelo de forma desesperada.

-Has conseguido mucho. – dice Mags acercándose a mí y retirando dulcemente mis manos de mi cabeza.

-Mags, crees que si llevo a Annie conmigo al Capitolio, podría mejorar si la llevo con uno de esos médicos que hay allá. – le pregunto. Esa idea viene merodeando en mi cabeza bastante tiempo, si por mí fuera, la hubiera llevado cuanto antes. Pero era imposible, solo que ahora que se acercan los juegos tendría la oportunidad de que un especialista la viera y la curara.

-Cometerías un error Finnick. – dice mi antigua mentora, viéndome seriamente.

-Claro que no Mags, ellos podrían curarla. – me aferro a mi loca idea, esperanzándome en que Annie pueda recuperarse.

-No puedes llevarla, empeorarías su estado, harías que reviva sus juegos, será peor para ella. – dice, destruyendo la poca fe que tenia.

-¡Tú no lo sabes! – es la primera vez que le grito a Mags, pero ahora más que nunca me siento derrotado. Salgo de su casa de la aldea de los Vencedores furioso, para dirigirme a la de Annie.

Ella se encuentra sentada en una maca de su patio, balanceándose, tocando la arena con sus pies descalzos. Cuando me ve llegar sonríe, aquella sonrisa hace que el enojo que traía conmigo se desvaneciera como agua.

-Annie, amor. – le digo llamando su atención, aunque se dé sobra que ya la tengo. – Tengo que preguntarte algo. – le digo viendo esos ojos verde oscuro que tanto me encantan. – ¿Quieres venir conmigo al Capitolio? – con tan solo la mención del lugar, los ojos de Annie se tornan de nuevo perdidos, se exactamente lo que está recordando y me maldigo, por ser tan estúpido, de creer que allá podrían ayudarla, Mags tiene razón solo empeoraría.

La rodeo entre mis brazos, intentando trasmitirle aquella protección que tanto necesita, acaricio su espalda suavemente dibujando pequeños círculos en él, deposito dulces besos por su cabello para después acariciarlo, queriendo que todo mal desaparezca.

-Lo siento Annie... lo siento mucho... – le susurro, mientras lágrimas silenciosas bajan por mis mejillas mojando su cabello y blusa. Ella comienza a llorar, es la primera vez que lo hace desde que volvió. Podría ser una señal de mejoría supongo, es lo que quiero creer para mantener viva la llama de la esperanza. 

The Hunger Games: Finnick & AnnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora