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No odiaba a Patrick por más que quisiera, no lo podía odiar con todo su ser o con las fuerzas que tenía, no se concentraba ni un instante en odiarlo porque al momento de hacerlo, lo estaba amando, al momento de pensarlo en cosas malas lo pensaba frente a ella sonriente, alegre, hablándole de lo maravilloso que era tenerla ahí en sus brazos, lo sentía rodearla, amarla, decirle lo más hermoso, hablarle de mil cosas y muy a su pesar le gustaba, le gustaba imaginarlo, quererlo cerca, no podía odiarlo porque él le había enseñado a amar, a cuidar, a atesorar lo poco que tenía, la había querido sin importar su estatus o de quien era hija, hasta el momento en que se complicó todo, le dio razones para amarlo, para admirarlo, cuidarlo, era centrado, dulce, fuerte y valiente, motivador y un perfecto maestro enseñándole lo que ella no sabía, como tomar un arma, como cargarla, como hacer maravillas con una sola navaja, como sobrevivir sin comida y lo más hermoso, como hacerla suya, como hacerla gozar, gritar y seducir, la había cambiado por completo y se lo agradecía, aunque no terminara de buena manera, pero estaba marcado en su vida como algo bueno, algo feliz para ella, algo que siempre sería bueno y dulce, que le recordaría dos cosas en su vida, pero que siempre estaría presente, comparándolo con todos y superando a cualquiera, era simplemente Patrick.

Por mucho tiempo en su vida solo estuvo la idea de odiarlo y de ser mejor que ellos, de desaparecer el amor que sentía por él, olvidar lo que habían pasado y enfrentar el infierno en que estaba, no como sometida, si no como el demonio que imponía el castigo, pero soportando las pesadillas que noche tras noche la atormentaban, hacía cosas malas por su país, que aún que quisiera no eran suficientes para acaparar a Patrick, no eran demasiadas para volverla loca, pero se hacían menos comparadas con el amor que sentía por él, su padre pensaba que había amado a alguien fuera de las fuerzas, que por ello estaba así, por eso vivió frente a él de aquella manera, pero no tuvo las fuerzas para dejarle claro eso, que era el Capitán Lewis del que estaba profundamente enamorada, soporto muchas cosas, pero no poder admitirle a su padre que lo amaba era la que superaba su persona, pero era bueno no hacerlo, pues lo buscaría y le reclamaría, pero ya a esa edad, con esa experiencia y manejando mejor sus sentimientos para no mostrárselos, ya no era necesario explicarle a su padre lo que paso, si se enteraba estaba bien, si no, no era necesario que lo supiera, al final su padre la quería ver bien, poniendo su apellido en lo alto, ella como buena hija lo hacía y aceptaba cualquier cosa, supero las expectativas de los generales, almirantes y cualquier mando en cualquier área, paso pruebas con calificaciones altas, dejo con la boca abierta a todos y se enfrentó contra los que se creían mejor, menor ese escuadrón, estudio mucho, entrenó hasta el cansancio y cuando la escogieron por calificar entre los diez mejores, dio todo lo que quedaba, lo seguía haciendo, había jurado ser mejor que ellos y lo hacía, pertenecía a una élite distinta y pesada en todo sentido, distinguida por su forma de trabajo, correcta e inquebrantable, un grupo de élite mayor en todo rango, con un objetivo, podía ser enviado uno, o todo el equipo, el resultado era lo mismo, a ellos les tocaba hacer hablar a los demás, de una u otra forma.

Antes de que se cumpliera la semana y media que estaría en descanso, recibió un correo, Patrick ya había sido dado de alta, Támara solo pasaba un rato y se iba a atender otros asuntos, Julieth pasaba tiempo con ella y después se iba a entrenar, Ben y Jack la visitaban por la noche para hablarle de cómo decirle a Patrick sobre ellos, Gabriel estaba molesto por no dejarlo hacer con Bledel lo que quería, pero Bledel era de ella, gracias a ese correo lo haría más rápido, decía que tenía que resolver todo a la perfección, los reportes enviados tras las distintas misiones que solo Ben, Gabriel, Jack, Julieth y Támara pudieron asistir no los tenían satisfechos, por lo que pedían de favor acelerara todo, no entendía la forma de pensar de esos hombres, un día decían que lento, que tomara su tiempo y después la apresuraban para obtener resultados inmediatos, por lo que no le quedo de otra que darse de alta ella misma, Julieth estaba mirándola en desacuerdo, pero no podía hacer nada después de leer ese correo, terminaría todo de una vez.

Fuerzas Especiales: Siena [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora