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Nota: En la imagen: El nieto de Don Tomás: Bobi.
NARRA RYAN:

Me desperté gracias a un gallo, a un maldito gallo, vi en el reloj que colgaba de la pared que eran las 1:43 de la mañana.

Después de abrir totalmente mis ojos; irónico, porque me levanté cerrando los ojos nuevamente, me quité el boxer blanco, y me dirigí al baño que se encontraba en mi misma habitación, me la sabía de memoria, entré a pasos lentos cuidando de no... Chocar, ¡Rayos lo hice! con el servicio, abrí la puerta escurridiza la cual era de vidrio entre pequeños quejidos sin creer que haya fallado al intentar no chocar con nada, y me dirigí a abrir el tubo, hasta que me sobresalté al sentir que puse mi mano sobre otra y me obligué a abrir mis ojos en menos de un segundo, los cuales se agrandaron hasta sentir que ya no se podrían abrir más, mi corazón latía rápidamente, me sostuve fuerte de la pared al sentir que me desmayaría, no lo podía creer, seguro que yo me estaba volviendo loco, no puede ser posible que....

- Tú- logré decir antes de sentir que todo daba vueltas y me desmayara.

Escuché unos susurros, y unas caricias en mi cara, abrí los ojos al compás de los segundos que marcarían en el reloj, lentos pero seguros o eso creía hasta que me topé con esos ojos mirándome con una cara que no sabía decifrar; era neutra, sus ojos se veían como si estuvieran a punto de llorar. Aún era de noche, esa persona se encontraba arrodillada en el suelo tocando mi rostro, la lámpara era la que le daba algo de luz, algo de misterio y un poco de miedo, pero con esas lágrimas que amenazan por salir no da miedo sino ganas de abrazarlo hasta susurrarle en el oído que todo está bien.

Decidí que por el bien de mi vida debía, debía tranquilizarme y tomar las cosas con calma esto es....

- ¿Q-que haces aquí?- Sin embargo al hablar no mostré calma si no miedo pensé que no lo tenía, mi cerebro me engaña.

- Soy Bobi, el nieto de don Tomás- Su voz era temblorosa- ¿Me habías olvidado?- Y se quebró al decir esas últimas palabras, esas lágrimas recorrían su rostro como una manera de escapar de esa prisión torturadora que les impedía respirar libremente.

- Ven aquí- Le tendí mi mano y él dudó un momento hasta que aceptó, sé que tengo esposa pero puede más mi corazón.

Me senté en la cama y abrí las piernas para que él se acostara entre ellas, así lo hizo, estaba temblando, traté de tranquilizarlo, bajé mi espalada para lograr rodearlo con mis brazos, se encontraba boca arriba con sus manos entrelazadas sobre su estómago, llevé una mano a las suyas y la entrelacé mientras que con mi otra mano le comencé a acariciar su hermoso cabello rubio platinado.

- La verdad sí te había olvidado por completo- Sentí como se entremeció, pero no iba a mentirle- Pero ahora los recuerdos están volviendo a mi mente- Una sonrisa melancólica apareció en mis labios- Te extrañé en mis tiempos, además, estás muy cambiado; ya no pareces ese niño con él cual pasaba todos los días.- Una duda surgió y uno dudé en preguntar- Pero no logro recordar porqué es que no nos volvimos a ver.

- No fue algo muy agradable, no recuerdas lo que sucedía con nosotros, y hay una razón para ello, quizá tú subconsciente bloqueó todos esos momentos, a pesar de ser niños comenzamos con los juegos, uno de ellos era mi favorito; papá y mamá. Nos reuníamos en mi casa, tú madre te traía todas las mañanas y te recogía en las noches, algunas veces te quedabas a dormir, íbamos a la misma escuela, yo me había quedado dos años y estábamos en el mismo grado, tú mamá confiaba en que mis padres te cuidarían. Cuando nos poníamos a jugar papá y mamá, tú eras la madre y yo el padre, siempre lo hacíamos en mi habitación, jugábamos - Se corrigió, yo continuaba con el masaje en su cabeza su pelo era brillante, suave, sedoso, era perfecto.

⬛Padre Adolescente▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora