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Naruto abrió poco a poco los ojos.

Un dolor punzante le laceraba la cabeza y sentía partes de su cuerpo escocer dolorosamente.

Todo estaba a oscuras y no se veía nada.

¿Cuándo había llegado él a su cuarto? lo último que recordaba era que había estado en el museo tratando de robar un cuadro y que por el camino se había encontrado con la poli más sexy que había visto.

Hinata.

La imagen de la chica tendida debajo de él y jadeando provocó que el cuerpo le estallara en llamas.

La profesión cada vez se volvía más divertida.

Decidió levantarse, sería tarde y tendría que ir a trabajar, a pesar de sus condiciones.

Se levantó de la cama pero se encontró con algo extraño, un mueble que antes no estaba ahí.

Recorrió la estancia a oscuras y a pesar de no ver nada se dio cuenta de que aquel cuarto era más pequeño que el suyo.

Extrañado, recorrió el lugar en busca del interruptor de la luz y cuando lo encendió se quedó pasmado.

Aquello estaba lejos de ser su cuarto, en el que estaba sin lugar a dudas había sido decorado por una mujer.

¿Cómo había llegado él allí? no recordaba haberse ido con ninguna mujer.

Se miró a sí mismo y descubrió que únicamente estaba vestido con sus pantalones, su pecho estaba al descubierto y enrollado en una venda por el bajo vientre.

Entonces recordó todo, el hombre del pasa montañas, iba a reunirse con él en el polígono que quedaba en la parte costera de la ciudad cuando de repente todo había estallado en mil pedazos.

Hinata lo había salvado cuando él creía que moriría y con su ayuda consiguió salir de las llamas, y después de eso no recordaba nada más.

Aturdido salió del cuarto, para dar a un pasillo que terminaba en una especie de salón.

Escuchó platos de la cocina chocando entre sí y con los sentidos alerta fue caminando hasta el lugar de donde procedían.

Atravesó el enorme salón y descubrió que al otro lado de este había un pasillo que daba a una terraza y del que solo contaba con una puerta, seguramente la cocina.

Se acercó y abrió la puerta silenciosamente, para sorprender al intruso, hasta que vio quién era.

Hinata le daba la espalda, danzando de un lado a otro de la cocina preparando algo que debía ser el desayuno.

Dejó que su mirada la escaneara e inmediatamente la boca se le hizo agua.

La pelinegra llevaba un camisón azul claro que únicamente le llegaba hasta debajo de las nalgas y que marcaba su exquisita figura, eso bastó para poner a Naruto más que caliente.

-¿Es Navidad? sino no me explico el hecho de estar aquí contigo-dijo él asustándola-en tu casa...

Hinata se giró para quedar mirando al rubio.

Dios, inmediatamente se sintió babear, aquel pecho era el más exquisito que había visto nunca, bueno, en realidad todo Naruto era exquisito, y aquella forma ardiente con como la miraba hacía que ciertas zonas de ella reaccionaran.

''Céntrate Hinata, solo es un desconocido al que salvaste ayer por la noche y que se desmayó, nada más''

Si, pero vaya desconocido, ojalá y todos los desconocidos fueran como él.

Exóticos Placeres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora