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La pistola cayó de las manos de la pelinegra como si esta la estuviera quemando, el sonido fue lo suficientemente fuerte como para alertar a la persona que había aparecido doblando la esquina, de espaldas a ella, allí había alguien más.

Hinata se sintió morir, sus brazos y sus manos empezaron a temblar fuertemente, su corazón emprendió la carrera más rápida de toda su vida, sus labios y sus ojos quedaron completamente abiertos, inmóviles, sin saber exactamente qué hacer ante aquello que estaba en frente, tenía el cabello todo revuelto, le llegaba casi hasta los hombros por la ausencia de la coleta, una camiseta floja de manga corta de color verde con un agujero a la altura del abdomen y un pantalón vaquero en no mejores condiciones, pero era él.

Por su parte él sintió lo mismo, al verla allí, sorprendida, petrificada ante su inesperada aparición, inutilizado sin saber cómo reaccionar, los nervios y ese cúmulo de emociones que hacían que aquellas escasas horas, tal vez un día, que habían estado separados se mostrarán ante ellos como largos años de incertidumbre y dolor y que ahora que volvían a encontrarse les impedían formular ni tan siquiera una sola palabra o un gesto.

La primera que mostró signos de reaccionar fue ella, de sus ojos perla empezaron a caer lágrimas y de su boca empezaron a salir sollozos, ¿era aquello real? ¿No era un sueño? ¿De verdad estaba él allí, en frente de ella, vivo?

Tenía miedo de extender su mano y que al tocarlo él desapareciera, porque él siempre hacía lo mismo, siempre desaparecía dejándola sola.

En cambio él si fue capaz de reunir el suficiente coraje para los dos, su mano viajó hacia aquella hermosa cara y empezó a secar aquellas lágrimas.

-Estos ojos-murmuró-no están hechos para llorar y mucho menos por mí.

Sin esperar respuesta ninguna la abrazó, la abrazó con fuerza, temiendo que ella pudiera escaparse.

Ella al ver que él era real se abandonó al abrazo y ancló sus brazos en aquella espalda que tantas veces había abrazado y que no dejaría de abrazar.

-Pues si no quieres que mis ojos lloren ya sabes lo que te queda-dijo-no volver a hacer estupideces como estas, me niego a seguir con el corazón en vilo por un idiota como tú, ¿me oyes? me niego, me niego...

Sus palabras fueron ahogándose en nuevos sollozos.

-Lo siento.

-Todo el mundo lo siente y no es suficiente-contestó con rudeza-sangre, había sangre en aquel cuarto y tú no estabas por ningún lado, ¿cómo crees que me sentí? ¡Pensé que habías muerto! así que no me digas lo siento, no... porque no es suficiente...

Dejó que se enojara con él, porque ¿qué podía esperar? se lo merecía por haberla asustado, por haberla preocupado, por haberla puesto tantas veces en peligro, ella tenía razón, él era un completo idiota.

-Esto no volverá a pasar, me encargaré de que mi padre no vuelva a entrometerse en nuestras vidas, nunca más tendrás que llorar por culpa de él.

Hinata se separó de él.

-¿Tu padre? pero él está...

-Muerto-completó Naruto-yo también pensaba eso pero no, él es el acosador y ahora Kakashi se está encargando de él, yo vine a buscarte para ponerte a salvo y luego...-no terminó, acababa de prometerle que aquello se había terminado y sabía cómo se iba a tomar aquello que pensaba decir a continuación, y no se lo tomaría bien.

-¿Luego qué?-preguntó ella.

-Volveré con Kakashi para acabar con esta pesadilla.

Hinata asintió mientras sonreía con ironía.

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