Naruto abrió los ojos de par en par y boqueando en busca de aire.
El sudor frío le perlaba la frente y todo el cuerpo pareciendo como si el rubio hubiese corrido alguna maratón mientras dormía.
El ojiazul se llevó una mano a la cabeza y se secó la frente para luego después removerse el cabello que le había quedado pegado a la nuca.
Se quedó sentado en la cama y flexionó las piernas, rodeándolas con los brazos.
Otra vez lo mismo, otra vez el sueño que lo atacaba casi todas las noches.
Respiró pausadamente intentando controlar los acelerados latidos de su corazón.
Desde pequeño soñaba que estaba en el orfanato, era de noche y todos los pasillos estaban vacíos, él corría de un lado a otro buscando a su madre pero ella no le contestaba y entonces, al final del pasillo, se oían pasos y se dejaba ver una sombra que se acercaba.
Él se quedaba quieto mientras una figura aparecía a lo lejos sujetando algo en la mano. Siempre en ese momento un haz de luz atravesaba una de las ventanas y ante los ojos de Naruto se presentaba una escena de lo más macabro.
Su padre, frente a él, agarrando la cabeza cortada de su madre por los pelos.
-Tú serás el siguiente-le decía.
Tras eso, Naruto siempre se despertaba.
Después de conseguir que su estado volviese a la normalidad, se levantó y fue al baño a lavarse la cara.
Se miró fijamente al espejo y maldijo, cada vez que lo hacía era como ver el reflejo de su padre, al parecer Dios consideraba que no lo había torturado lo suficiente durante todos esos años.
No se peinó ni nada, y salió al pasillo solamente con el pantalón de pijama y con el pelo todo revuelto.
Bajó las escaleras y ya estaba llegando a la cocina cuando escuchó risas en el interior.
La puerta estaba medio abierta y él se detuvo para observar por el resquicio que quedaba abierto.
Nana y Hinata estaban sentadas a la mesa tomándose un café con un croissant.
Como de costumbre, la pelirosa llevaba un pijama negro de tirantes y pantalón corto con rayitas rosas y el pelo iba recogido en sus acostumbradas coletas con lacitos rojos.
Pero la delicia de los ojos de Naruto era sin duda la ojiperla.
Llevaba un sencillo camisón de color blanco de tirantes y que le quedaba un poco más abajo de las nalgas, el pelo le caía desordenado por la espalda, dándole un aire angelical.
Definitivamente le haría un regalo a Ino por aquello.
Entró a la cocina interrumpiendo las risas de las chicas que se le quedaron mirando.
Hinata sintió como el torrente de lava volvía a atravesarla hacia cierto punto de su cuerpo que ya dolía ante la presencia del rubio, era increíble la de sensaciones que ese hombre despertaba en ella con solo aparecer, y claro, más si lo hacía como en esos momentos, con todo su magnífico torso al aire libre.
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Exóticos Placeres
FanfictionUltimamente la policía metropolitana de Konoha no tiene descanso, sobre todo la sección de robos a gran escala. Kyubi, un joven ladrón, mantiene a todos los museos y tiendas más importantes del país en vilo. Vestido con traje y máscara de cuero nunc...