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-Buenos días-saludó Hinata a los becarios que atendían la entrada de la comisaría.

Todos estaban concentrados en la inmensa cantidad de papeleo en la que estaba sumida la comisaría esos días.

Había pasado ya un mes desde lo que había sucedido en el polígono del barrio de la costa de Konoha pero aún así todos andaban como locos escarbando en toda la información que tenían sobre el ahora asesino Kyubi.

El ladrón no había vuelto a dar señales de vida, ni siquiera había intentado recuperar el cuadro que no se había llevado el otro día y eso era algo muy inusual en él, pero esa relativa calma no servía para calmar el nivel agobiante de trabajo al que el inspector Inuzuka tenía sometido a sus subordinados.

No sería la primera vez que Hinata se quedaba hasta las tantas de la madrugada en la comisaría acompañando al inspector jefe en busca de algo que a él le pareciera productivo para el caso.

Siguió caminando hacia el despacho en el que trabajaban, estaba agotada y se quedaba dormida en cualquier sitio, esa noche no se había quedado en la comisaría pero aún así había hecho algo de horas extra en su casa repasando de nuevo los interrogatorios.

Todos aseguraban haber visto a un hombre enmascarado y vestido de negro entre las doce menos cuarto y las doce en punto, todas las descripciones hechas cuadraban perfectamente con el atuendo físico del ladrón pero aún así ella sentía que algo no cuadraba del todo en esa historia, no se lo había dicho a Kiba porque no estaba segura, pero ella había pasado cinco minutos completos con el ladrón, desde las doce menos diez a las doce menos cinco, ¿habría tenido tiempo él de montar una bomba en tan escaso período de tiempo?

El impacto había surgido exactamente entre las doce y cinco y las doce y diez, si Kyubi hubiera ido a colocar la bomba después de haber estado con ella no tendría tiempo de escapar y hubiera sufrido el ataque.

Pero allí no había ni rastro del ladrón, solo habían encontrado a...

Se quedó parada en mitad del pasillo con los ojos abiertos como platos, no era una posibilidad muy fiable porque estaban ausentes de pruebas, pero ella misma había reconocido que había escuchado la voz de Naruto antes y que sus ojos le eran conocidos, ¿podría ser que el rubio fuese Kyubi?

Pero en contra de eso también existía la posibilidad de que Kyubi hubiera colocado la bomba a las doce menos cuarto, cinco minutos antes de que ella lo encontrara en el museo, eso explicaría porque no había tenido tiempo de llevarse el cuadro, y justo antes de que la bomba estallara estaría fuera del edificio y tendría diez minutos para alejarse de allí sin resultar herido.

Entró en la oficina con la cabeza hecha un lío.

Para su sorpresa no se encontró con el ya típico cuarto desordenado con todos los papeles tirados por el suelo, sino que todo estaba ordenado perfectamente en su sitio.

Después de un mes trabajando allí Hinata descubrió que el suelo era de madera.

Escuchaba a alguien removiendo en los papeles pero no podía verlo.

-Buenos días-saludó.

Poco después Kiba salió de detrás de unas estanterías. Tenía el pelo desordenado y aún llevaba la ropa del día anterior, lo que sin duda significaba que se había vuelto a quedar trabajando toda la noche.

El inspector jefe era una persona extraña, podía pasarse horas hablando de casos policiales en los que había y no había trabajado, pero a la hora de dejar el tema de trabajo era incapaz de mantener una conversación y siempre esquivaba las preguntas volviendo a hablar de algún caso.

Exóticos Placeres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora