Salir a correr siempre lograba calmar sus nervios. Ya no estaba su fiel compañero a su lado, solo era ella, ahora realmente era solo ella. Le dolía, por supuesto que le dolía no tenerlo a su lado. Tenía la música retumbando en sus oídos, no miraba a nadie en particular, solo seguía su camino imperturbable. Antes de poder seguir su paso choca con una pared de pura fibra, por distraerse un segundo. Su cuerpo no logra tocar el suelo. La pared de musculo se cierra a su alrededor impidiendo su caída. Un maravilloso olor la deja mareada. Levanta sus ojos, algo confundida y se topa con un par de ojos chocolate mirándola con intensidad. Su rostro esta coronado por un cabello castaño ensortijado y se complementa con una suave barba de unos días, prolijamente recortada.
- ¡Mierda santísima!
- ¡vaya! ¿estas bien? Nunca me dijeron algo así.
La suave risita que lanza el extraño terriblemente sexy la deja lenta unos segundos que parecen eternos. Sus brazos la mantenían firmemente en su sitio. Suspendida en los cielos, o más bien, apretada contra ese pecho fuerte y esculpido a mano. Prácticamente empieza a babear. Se sacude la cabeza con sus mejillas coloreándose suavemente. Y se aparta un poco o lo que puede de él. El extraño hombre la suelta y le ofrece una sonrisa de costado, bajo ese par de ojos curiosos que la miraban con intensidad. Fayry juraba que sus bragas se podían mojar solo con esa mirada. ¡Dios! ¿Qué le pasaba?
- Lo siento yo... me distraje un momento
- No te preocupes, no sabía que venías a correr aquí, supongo que vendré más seguido.- ladea el rostro por la familiaridad en que la trataba ¿acaso lo conocía? ¿o lo conoció en su otra vida? ¿Cómo puede ser que se le haya olvidado un tipo tan sexy? Definitivamente en estos momentos, quería recuperar sus recuerdos, solo para saber quién era el sexy extraño.
- Lo siento ¿nos conocemos? – ve un deje de desilusión en sus ojos e internamente se quiere patear por eso.
- Bueno, no tan bien, vamos al mismo gimnasio, está bien, no pasa nada si no me recuerdas.- ella niega frenéticamente con la cabeza.
- No, no, lo siento ¿voy a un gimnasio? Disculpa no quiero sonar más extraña de lo que soy, es que veras, tuve un accidente hace poco y mi mente descarto algunos recuerdos, a veces ando muy confundida, no es que hayas pasado desapercibido.- el sexy extraño se recompone un poco y la mira con preocupación.
- Oh por dios ¿estás bien? No lo sabía.- le dice examinándola con los ojos, un gesto que le parece de lo más tierno, ella sonríe como una colegiala, contenta de que el chico que le gustaba se preocupara por ella, sacude su cabeza y se encoge de hombros.
- Oh, descuida, estoy bien, me costó recuperarme pero, ya sabes lo que dicen yerba mala, nunca muere.- dice con los ojos brillantes, de pronto rebosaba de energía, el sexy extraño sonríe y se acerca un poco más a ella.
- No creo que tú seas una yerba mala, más bien, diría que eres una hermosa flor.- lo suelta con una voz tan ronca y sexy que juraba que su ovario derecho acaba de explotar en su interior ¡Mierda santísima! Piensa de nuevo pasando saliva ¿Quién era? ¿su amante? ¿su futuro prospecto de amor de su vida? ¿Quién era?
- Oh, gracias... supongo, tu, también eres una hermosa flor... o cactus, no lo sé, lo que sea, no me prestes atención.- dice enredándose con sus propias palabras ¿enserio Fayry? ¿es lo mejor que puedes hacer? Se reprende así misma con su cara roja de vergüenza, el extraño y sexy hombre suelta una risita.
- Bueno, de acuerdo, este cactus se siente alagado, supongo que debemos presentarnos de nuevo, soy Jake.- le dice con una sonrisa encantadora tendiéndole la mano, ella se la estrecha sin dudar, manos enormes y algo callosas ¿Cómo se sentirá que esos dedos recorran su cuerpo? seguro que ese hombre sabría hacer maravillas con sus dedos, se sacude la cabeza, no tenía que ir por ese rumbo tan salvaje. ¡Contrólate Fayry! Se auto critica.
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Don't Remember
Fiksi PenggemarLas cosas iban de mal en peor, la ultima palabra que escucho de su amada antes de cerrar la puerta fue, si te vas, no esperes que este aquí para ti. Claro el joven Matt Ortega jamás se imagino que esas palabras iban a ser las que sellaran su destin...