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El día en el que lo escogí a él.

Desperté. La cabeza de Tyler reposaba sobre mi brazo mientras el aún dormía. Miré mi reflejo apenas visible en la ventana. Mi cabello estaba revuelto, y mis ojos parecían cansados a pesar de haber dormido.

— Ha sido una mañana larga. — dije para mis adentros, tratando de tomarlo lo más positivamente posible. Pero sabía que el positivismo no se me daba, y no se me daría jamás.

No había sido una mañana larga.
Había sido la mañana más difícil de toda mi vida. Los recuerdos invadieron mi cabeza. Pero no huiría de ellos. No esta vez.

« Ahí estaba. El departamento casi vacío después de empacarlo todo. Solté un suspiro antes de tomar ambas de mis maletas y dirigirme escaleras abajo.

Acaricié la pintura blanca desgastada de la puerta antes de cerrarla por última vez. Mi espíritu adolescente me decía que escribiera mi nombre en la pared junto a ella, pero no era necesario.

No importaría que tan lejos fuera, ese lugar siempre sería mío. Nuestro. Hasta el final.

Caminé, poniendo las maletas dentro de la cajuela y admirando la escena en que Tyler se despedía de Cara.

Inconsolable. Esa era la palabra que describiría a Cara a la perfección en ese momento. Me había familiarizado con escuchar sus sollozos.

Se volvió hacía mí, corriendo hasta mis brazos. Rogaba que no pudiera escuchar como se rompía lentamente mi corazón. Dolía. No importa cuando intentara mentirme diciéndome que no era así.

— Thomas. — susurró, bajé la mirada para encontrarme con sus ojos marrones. — Prométeme que no me olvidarás nunca.

Sonreí. Sintiendo como una lágrima rodaba por mi mejilla. No me cansaría jamás de decir lo mucho que detestaba llorar.

— Ni cuando muera. — respondí, sujetándola con fuerza. — No podría olvidarte nunca, Cara.
— Thomas.
— ¿Mmm-hm?

Tragó saliva.

— Gracias por mi infancia, y por los momentos, y por estar ahí siempre, y...— suspiró, mirándome con sus ojos cristalizados y sus mejillas empapadas. — Thomas. Gracias por tanto. »

— Señor. — escuché una voz femenina trayéndome de vuelta a la realidad. Una de las azafatas me miraba preocupada, quedándose de pie junto al asiento de Tyler. — ¿Se encuentra bien?

Aparté una lágrima de mi rostro rápidamente con el dorso de mi mano.

— Sí. — parpadeé. — No es nada.

Solté un suspiro, deseando que todo llegara a su final. Pero no lo haría dentro de mucho tiempo. Quizás no terminaría nunca.

Quizás su voz se quedaría grabada en mi mente para siempre. Diciéndome que no me fuera, que encontraría una solución, que me necesitaba. Jack. Jamás lo había visto llorar antes. Jamás mereció haber llorado por mí.

Abrí la mochila de Tyler en un impulso repentino, tomando una libreta y encontrando un lápiz después de lo que me pareció una eternidad.

Las palabras vinieron a mí como si hubieran estado ahí desde el principio:

Querido Jack:
No estoy muy seguro de cuando llegaste, o como lo hiciste, pero me salvaste. De todas las cosas, lo mejor que me pudo haber pasado fuiste tú.
No sé qué hice para merecerte, si te
soy sincero. Fuiste y serás todo lo que algunas vez deseé.
Gracias por... por todo. Por lo bueno y por lo no tan bueno.
Tú eres... simplemente lo eres todo. Con todas esas cosas que tienes. Incluso con tus imperfecciones. Lo siento tanto. Lo siento tanto por dejarte. Lo siento tanto por haberme ido. Pero yo lo sé. Sé que mereces algo mejor. Sé que siempre lo has merecido y sé que algún día lo tendrás.
Me haría muy feliz que logres todo eso que dijiste aunque yo... aunque yo ya no esté ahí.
No te voy a mentir, Jack. Eres como un sueño hecho realidad sin siquiera darte cuenta. Pero a veces... sólo a veces, tenemos que arriesgarlo todo.
Esta vez no, Jack...
Tal vez la próxima vez estemos juntos. Tal vez la próxima vez te ponga a ti primero. Esta vez no.

Te amo.
Thomas

Tomé la mano de Tyler, entrelazando sus dedos con los míos. Abrió los ojos, incorporándose lentamente antes de mirarme y soltar un suspiro.
Dolía.

— Aún no lo puedo creer. — sonrió con una tristeza casi imperceptible, mirando a su alrededor.
— ¿Qué cosa?
— Que estemos aquí. — rio, emocionado. — Que estés aquí, conmigo.

Sonreí, apreciando el brillo en los ojos de Tyler. Mi corazón palpitaba fuertemente al ver a través de la ventana.

Tomé su mano con fuerza, riendo levemente.

— Te dije que estaría aquí para siempre.

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