Prólogo.

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Mismo hábito, diferente día.

— Muy bien damas y caballeros, quiero ver sus apuestas sobre la mesa. — grité por encima del ruido de los motores. Las personas a mi alrededor obedecieron, y en pocos segundos la mesa estaba repleta de dinero. — Bob, no soy idiota. Sabes que las apuestas deben de ser arriba de veinte dólares.

Me dirigí rápidamente hacia el auto de Tyler, dándole el casco.

— Te quiero, por si muero. — dijo, poniéndose el caso encima. Sonreí.
— Te quiero, por si mueres.

Cuando ambos conductores habían subido a sus respectivos autos, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mikey tenía un auto deportivo nuevo, y ganarle no iba a ser nada fácil.

Me volví hacia el público, que alentaba a ambos de los conductores.
Cuando los autos llegaron a la primera línea, tomé la bandera y corrí hacia ellos.

— ¡En sus marcas! — grité, mirando a Tyler a través del parabrisas. Sabía que iba a ganar la carrera. Tenía que hacerlo. — Listos... ¡Fuera!

Arrancaron los autos, y el ruido ensordecedor de los motores y las llantas contra el pavimento me resultaba más que satisfactorio.

Primera curva, y Mikey llevaba la ventaja.

« Vamos, Tyler... »

Los minutos parecían hacerse eternos.
Tyler aceleró, y consiguió alcanzarlo.
3...2...1...

Tyler frenó el auto y corrió a toda velocidad a mi encuentro, abrazándome.

Sonreía como un tonto, y yo simplemente reía porque lo había hecho.

¡Lo lograste, lo lograste! — grité entre risas, emocionado.
No. — me miró a los ojos. — Lo logramos, Thomas.

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— Quítense, perdedores. — dije, abriéndome paso entre la gente para llegar hasta la mesa. — Todo este dinero es nuestro.
Será la última vez. — dijo Mikey, a unos metros detrás de mí. Tomé el dinero de la mesa y salí levantando mis dedos medios de ambas manos.

« Idiotas. »

Tyler condujo lentamente por la calle, con las ventanas abajo, y la música del estéreo a todo volumen. Sonreí mientras veía a la Luna alejarse casa vez más de mí.
Y por esa vez, quizás sólo esa vez, me sentí realmente vivo.

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