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Tyler se dirigió rápidamente hasta el Mustang de Mikey, y tocó la ventana.

— ¡Mierda, Mikey! ¡Sal! — escuchó el sonido de la puerta al abrirse, y se hizo a un lado para dejar pasar a Mikey.

Pero la persona que salió del auto no era Mikey. No. Cabello castaño y lentes oscuros. ¿Qué mierda estaba pasando?

Entonces Mikey salió de entre el público, vitoreando con gritos junto con su séquito.

— Bien hecho, campeón. — dijo, revolviéndole el cabello al castaño. Miré en dirección a Tyler. Su expresión era la perfecta definición de atónita.

— ¡Eso es trampa! — levantó la voz Tyler, y el castaño se volvió hacia él, quitándose los lentes de sol.
— En ningún momento alguien mencionó que esto no estuviera permitido. — Y fue ahí cuándo lo reconocí. Mierda. El idiota del semáforo.

Tyler parecía comenzar a alterarse demasiado, por lo que decidí intervenir. Cara me seguía el paso.

— Tyler, cálmate. — dije, poniendo mi mano sobre su hombro, pero no parecía recuperar el control. — Habrán otras carreras. — Creo que intentaba convencerme a mí mismo antes que a él.

El castaño idiota miró en mi dirección.

— Tú eres el de la bandera. — dijo, sonriendo de manera burlona. Apreté la mandíbula.
— Tú eres el del semáforo. Me sorprende que sepas acelerar. — Lo miré con suficiencia, pero la sonrisa no parecía borrarse de su cara.

— Fue una buena carrera. — me extendió la mano, y la tomé de mala gana. — Me llamo Jack. Un placer.

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En el camino de regreso, Thomas tomó el volante. No dejaría a Tyler conducir en esas condiciones.

Cara jugueteaba con el borde de su suéter en el asiento del copiloto, mientras Tyler estaba en el asiento de atrás, con los brazos cruzados.

Después de dejar a Cara en su casa, ninguno dijo una palabra, hasta llegar a su departamento, dónde Tyler prácticamente perdió el control.

— Te lo compensaré.
— ¿Qué? — Thomas se volvió hacia Tyler, mirándolo confundido.
— Lo prometo.

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Thomas se puso de pie junto a Cara, qué tenía la cabeza metida en el locker, cómo de costumbre.

— Buenos días, Thomas.
— Buenos días, Cara. — Thomas rió y miró a su alrededor en busca de Tyler. — ¿Has visto a Tyler?

Cara salió del locker con un par de libros debajo de su brazo.

— No. — respondió. — Vamos, llegaremos tarde a clase. — Cara se apresuró a recorrer el pasillo, Thomas pisándole los talones.

— ¡Oye, Rubio! — Thomas se volvió hacia atrás, llamando la atención de Cara.

— Adelántate. — gesticuló, y la castaña asintió y siguió con su camino.

¿Rubio? ¿Era en serio?
Él no era rubio. Y además, tenía un nombre.

Volvió a mirar a su alrededor, pero no parecía haber nadie buscándolo.
Estaba a punto de retomar su camino cuándo sintió un ligero golpe en el hombro. Giró sobre sus pies. Él. ¿Qué demonios hacía él ahí?

— ¿Qué? — preguntó Thomas, aparentemente molesto.
— Hey, tranquilízate. — el castaño puso sus lentes sobre su cabeza. — ¿Cómo estás?

Thomas lo miró confundido.

— ¿Cómo mierda crees que estoy? — dijo, provocando que el contrario riera. No era nada gracioso. — ¿Qué es lo qué quieres?
— No me dijiste tu nombre.

Thomas rodó los ojos.

— Si no lo hice fue porque no quise hacerlo. — Jack sonrió de una manera extraña.
— Eres como un niño pequeño.
— Me llamo Thomas.

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