Capítulo 7

356 50 40
                                    

   Abrí los ojos pesadamente sin poder sentir del todo mi cuerpo, al menos no mis piernas, que parecían estar dormidas. Me encontraba sentado (pues mis piernas no respondían) en un lugar oscuro en el que solo se veía negro, un lugar sin paredes, suelo o techo. Era como estar en el aire, en plena oscuridad. Tal y como la otra vez, solo faltaba...

—Te dije que nos volveríamos a ver —dijo, aquel que era exactamente igual a Inglaterra, apareciendo de una llamarada de fuego azul—. Aunque creí que tardarías más... Bueno, para mí es mejor así —rio a carcajadas como si la situación fuera graciosa.

—Otra vez tú... ¡¿Se puede saber que me ocurre?! ¡¿Y quién demonios eres tú?! —exclamó, Inglaterra, intentando levantarse. Pero era inútil, todo era inútil.

—Yo también me alegro de verte Inglaterra —comentó, burlón, y se acercó vacilante al cuerpo del inglés—. Sé que tienes muchas preguntas, pero vayamos paso por paso, ¿sí? —dijo, sonriendo ampliamente, crispando al país.

—¿Qué es lo que quieres y quién eres? —volvió a preguntar, aún más enfadado.

—¿No suelen ir esas preguntas al revés? Bah, da igual. Soy Arthur, y como ya te dije aquella vez: soy tu otro yo, aquel que llevas tanto tiempo escondiendo —respondió a una de sus preguntas, manteniendo su sonrisa.

—¿Arthur? ¿A qué te refieres con todo eso? ¡Explícate ahora mismo! —vociferó, molesto, golpeteando con sus puños lo que tendría que ser el suelo.

—Soy tu conciencia, viejo cascarrabias, aquella a la que nunca haces caso —dijo, tornando su expresión en una más seria—. En serio, ¿por qué nunca me haces caso? Si me lo hubieras hecho nunca hubiéramos llegado a estos extremos... Por tu culpa desapareceremos los dos, si sigues así, claro —le riñó, como si fuera un niño pequeño.

   Inglaterra se quedó confuso sin comprender muy bien lo que le había dicho su "conciencia". ¿Iban a desaparecer los dos? ¿Eso significaba que iba a morir? No, eso era imposible, era un país, era inmortal. ¡No podía morir! Además, ¿su conciencia? Eso era ridículo, una completa tontería.

—No me crees, ¿verdad? —suspiró, agotado, la conciencia de la nación—. Te estoy diciendo la verdad, ¿qué ganaría yo con mentirte? Si lo hago no cumpliría mi función como conciencia —expresó, haciendo sentir tonto al inglés, por alguna razón.

—Muy bien, supongamos que realmente eres mi conciencia...

—Lo soy.

—Cállate y déjame hablar —gruñó y miró con furia a "su otro yo"—. En caso de que lo fueras, ¿por qué apareces ahora? ¿Por qué vamos a desaparecer por mi culpa? —preguntó, tapándose su cara con una de sus manos intentando comprender todo lo que ocurría.

—Aparecí ahora porque te estás muriendo y por eso vamos a desaparecer —contestó, como si fuera lo más normal del mundo.

—Se más específico —pidió, con muy mala gana. Eso ya podía suponerlo con solo pensar un poco.

Okay, básicamente por culpa de tus acciones pasadas tu energía vital se está esfumando y aparezco ahora, de esta forma, porque tu estado está empeorando demasiado rápido y de la otra forma no me hacías caso —explicó, y ahí fue cuando Inglaterra sintió que su cabeza iba a explotar.

—¡Pero si yo no hice nada para que eso ocurriera! —exclamó, irritado. Esto debía ser una broma de mal gusto.

—¿Cómo qué no? —preguntó, elevando la voz—. El tres de septiembre de 1783, día en el que se reconoció la independencia del actual Estados Unidos de América, un muy borracho y deprimido Imperio Británico comenzó a citar diferentes conjuros para dañar a la nueva nación, pero invocó a un extraño demonio...

Good bye America [UsUk/UkUs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora