3. La terrible verdad

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Por fuera de la recámara de los niños, María había abierto un poco la puerta y vio todo lo que sucedió desde que Steve se acostó en la cama de Tony. Escuchó su conversación, fue testigo de las caricias y besos que compartieron los pequeños e inocentes niños. Cuando vio que Tony se quedó callado y Steve dejó de acariciarlo supo que se quedaron dormidos por lo que volvió a cerrar la puerta con cuidado para dirigirse de nuevo a su recámara.

— ¿Tony está bien? —preguntó Howard sin despegar la vista de los documentos en sus manos.

—Sí, de nuevo tuvo pesadillas y de nuevo no fuimos requeridos —respondió María con una gran sonrisa antes de quitarse las zapatillas y recostarse en la cama al lado de su marido.

Howard sonrió brevemente y la tomó de la mano.

—Desde que Steve llegó ya no hemos tenido a Tony en la puerta de nuestra recámara llorando por sus pesadillas —mencionó su esposo con seriedad.

—Y no olvides que también Tony se ha vuelto un poco más abierto, ya convive con más niños. De verdad que Steve se ha vuelto una parte importante de la vida de nuestro hijo.

Howard asintió entrecerrando los ojos por lo que María intentó leer lo que su esposo miraba con tanta seriedad.

— ¿Qué pasa? —preguntó al darse cuenta de que la letra era demasiada pequeña y no alcanzaba a leer nada.

—Encontraron muertos a los padres de Steve —susurró Howard dejando los papeles en su regazo y mirándola con atención.

María no pudo procesar de inmediato lo que dijo Howard.

— ¿Cómo lo supiste? —preguntó intrigada.

—Tengo gente buscando a los padres desde hace medio año y por fin hoy me entregaron este informe —respondió su esposo acariciando su mano con uno de sus pulgares—. Los señores Rogers eran agentes de Hydra y cuando intentaron retirarse para poder cuidar a su hijo fuera del peligro, huyeron con la documentación de un gran secreto de la organización. De inmediato otros agentes fueron en su búsqueda. Los atraparon en el parque Fort, golpearon a Steve hasta dejarlo inconsciente, lo abandonaron y se llevaron a los padres a una de las bases que tienen aquí mismo en Nueva York.

—Eso es terrible —dijo María cubriéndose la boca y las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Howard suspiró con tristeza.

—Todo este tiempo mantuvieron a los señores Rogers secuestrados para obligarlos a que les dijeran la ubicación de esa documentación. Al ver que no estaban dispuestos a hablar los mataron y los aventaron a un terreno abandonado.

María cubrió su cara con las manos y lloró desconsolada, no podía creer que fueran tan despiadados y dejaran solo a un niño que no tenía la culpa de lo que había pasado. Howard la abrazó y de inmediato sus feromonas alfa llenaron el ambiente ayudándole a controlarse un poco, en estos momentos era cuando agradecía ser omega pues siempre se sentía protegida por su alfa.

—Ahora el problema radica en qué vamos a hacer con el niño —dijo su esposo con el mismo tono serio.

—No podemos abandonarlo —gimoteó tomando ambas manos de su esposo.

—No... no podemos abandonarlo —estuvo de acuerdo el alfa de la familia Stark.

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Dato curioso: María al ser omega puede tranquilizar a los niños con el uso de su aroma dulce y su dulce voz. Esa es la razón del porqué los niños se sienten adormecidos cuando ella les habla.

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Inocente atracción (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora