10. La explicación

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No pasó mucho tiempo para que llegaran María y Howard quienes bajaron corriendo del auto para examinarlos.

— ¿Están bien? —preguntó María abrazándolos a ambos con fuerza.

Tony comenzó a llorar de nuevo sin control cuando María lo tomó en brazos quitándoselo por completo a Steve quien de inmediato se levantó molesto y dispuesto a arrebatárselo a esa mujer. Una mano sobre su hombro se lo prohibió y al voltear se encontró con Howard mirándolo con seriedad.

—Es mejor que mantengas un poco de distancia —dijo ese hombre con esa voz que los hacía temblar.

Aunque esta vez lo único que le causó fue molestia, como si una parte de él quisiera rebelarse. Aun así se obligó a obedecer tomando consciencia de que él era el adulto y jefe de la familia.

Su cuerpo le dolió en cuanto se alejó de Tony, era un dolor distinto a una cortada o una quemadura, era como si una fuerza intentara arrancarle el corazón.

—Sé que debes estar muy confundido —dijo Howard con calma—, tu cuerpo en estos momentos se siente distinto. Te sientes tan fuerte que crees ser capaz de derribar una casa con tus propias manos y a la vez tan acalorado que sientes que en cualquier momento tu cuerpo se consumirá —Steve miró con desesperación a Howard y asintió con fuerza—, es normal, acabas de llegar a la madurez aunque todavía es muy pronto para que lo hagas ¿identificas el momento en el que empezaste a sentirte así?

Steve asintió y se aclaró la garganta antes de hablar.

—Fue cuando vi a Tony tirado en el piso desangrándose —respondió con voz temblorosa y gruesa. Volteó a ver a su amigo que estaba aferrado María, quien a su vez hablaba con los policías que habían llegado junto con ellos—, sentí que moriría si algo le pasa a Tony.

Howard lo tomó de los hombros por lo que volteó a verlo de nuevo.

—Entonces obligaste a tu cuerpo a llegar a la madurez antes de tiempo, Steve. Todo por proteger a Tony —dijo él con una sonrisa de lado—, eres un alfa y casi puedo asegurar que eres uno de rango superior.

— ¿Un alfa, yo? —Preguntó mirándose las manos— ¿Cómo lo sabes?

—Tu aroma y fortaleza te delata, cuando llegamos estabas marcando territorio para tranquilizar a Tony —dijo Howard sin soltarlo—, si te fijas, en cuanto María se acercó irrumpiendo en tu espacio, él volvió a llorar porque salió de tu campo de protección.

Steve se le quedó viendo sin entender del todo.

— ¿Y qué es eso que puedo manipular? Esa cosa que no puedo ver.

—Son tus feromonas, con ellas es con lo que marcas territorio, ya sea para proteger a quienes están cerca de ti o para alertar a otro alfa a que no se acerque.

— ¿Y tú no te sientes alerta por mi aroma? —preguntó sintiéndose un poco incómodo pues no quería tener enfrentamientos con Howard.

—Un poco —admitió el hombre mayor—, aunque todavía eres muy joven, tu aroma aun no es tan fuerte como para lograr retarme.

Steve agachó la cabeza sintiendo un mar de sensaciones contradictorias. Por una parte se sentía feliz porque al marcar territorio podría proteger a Tony de cualquier peligro. También se sentía orgulloso por la probabilidad de ser un alfa de rango alto, el eslabón más fuerte de la sociedad. Y a la vez se sentía enojado y frustrado por el dolor en su cuerpo, tanto por la lejanía de Tony como por el calor que no disminuía.

—Tengo miedo —susurró al sentir la necesidad de irse sobre María y arrancarle a Tony de sus brazos—, no quiero dañar a nadie.

Howard asintió y lo abrazó. Steve se aferró con fuerza necesitando como nunca antes su apoyo.

—No te preocupes —dijo él con suavidad—, es difícil llegar a la madurez y ser víctima de tantas sensaciones abrumadoras. Y no estás solo, yo estoy aquí para ayudarte a controlarlo.

Steve gimoteó cuando Howard acarició su cabeza. Ese hombre siempre se mostraba serio y estricto, nunca había recibido una cariciatan delicada y se sintió agradecido de que dejara de lado su lado alfa para comportarse como el padre que necesitaba en ese momento.    

Inocente atracción (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora