11. Un nuevo hogar

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Desde que subió al automóvil, Tony, había mantenido su cara pegada al cristal con la mirada perdida en el paisaje citadino de Nueva York.

Había pasado una semana desde el fatal accidente que los dejó sin hogar pues el fuego había consumido toda la mansión y no había nada qué recuperar. Desde ese día Tony se mantuvo callado y casi inmóvil para no provocar más problemas a pesar de que su madre y Steve se mantenían cerca diciéndole que no se preocupara, que los accidentes ocurrían. No podía tranquilizarse cuando su padre se veía molesto, casi podía sentir su enojo como si lo proyectara de alguna manera.

Todos esos días los pasaron en la torre Stark durmiendo en los amplios sillones del último piso donde Howard había adaptado un departamento. Steve decía que le gustaba más ese lugar que la gran mansión aunque Tony no estaba de acuerdo pues ya se había acostumbrado a jugar en el gran jardín.

El asiento en el que iba se movió un poco y sintió el calor que emanaba Steve por lo que se giró y se recargó en su pecho a la vez que su amigo lo abrazaba. Desde que sucedió el accidente algo había cambiado en Steve, había algo en él que lo hacía sentir seguro, inclusive irradiaba un calor que nunca sintió provenir de él, un calor que funcionaba como un imán pues siempre quería estar abrazado a él o tocarlo de alguna forma.

—Llegamos —dijo María— girando en su asiento para verlos.

En cuanto se fijó en ellos, su expresión cariñosa cambió a una pensativa. Steve lo soltó y se alejó, no entendió este comportamiento de ambos aunque tampoco tuvo tiempo de procesarlo porque su padre abrió su puerta para que saliera.

Tony bajó con pesadez y se alejó un poco de ese hombre quien acortó la distancia entre ellos, colocó un brazo sobre sus hombros y apuntó hacia adelante. Al levantar la mirada se encontró con una casa muy grande, no tanto como su antigua mansión, aunque más hermosa que ella. Tenía un gran patio delantero con un gran árbol en el centro.

—Este es nuestro nuevo hogar, así que deja de estar triste por favor —dijo su padre apretando uno de sus hombros.

— ¿Viviremos aquí? —Preguntó un emocionado Steve que corría hacia la puerta, siguiendo sus pasos iba su madre.

— ¡Así es! —Gritó Howard con una gran sonrisa—, vamos hijo, ¿no quieres entrar?

Tony levantó una mirada triste hacia su padre.

— ¿No estás enojado porque quemé la casa anterior? —Dijo con timidez.

—Sí, un poco —admitió su padre viéndose pensativo—, aunque en realidad lo que me molesta es que hayas sido tan descuidado. Eres muy inteligente, Tony, considero que un error de esa magnitud no es digno de ti —Tony asintió con tristeza—. Y no debes sentirte mal, porque pedí algo especial en esta casa para que no vuelva a suceder y seas libre de seguir experimentando.

Frunció el ceño confundido y accedió a caminar cuando su padre lo empujó de nuevo.

Entraron a la casa y sonrió al ver que las decoraciones eran muy similares a su antiguo hogar por lo que no tardaría en acostumbrarse a ella. Howard tiró de él hacia una pequeña puerta que tenía un símbolo de peligro. Su padre lo soltó para abrirla y la mantuvo abierta para que pasara. Los dos entraron, bajaron las escaleras e hizo un ruido maravillado cuando vio que era un sótano completamente adaptado como un pequeño laboratorio.

—Aquí podrás hacer tus experimentos —dijo Howard con entusiasmo—, el laboratorio cuenta con sistema contra incendio, apagado automático de energía eléctrica cuando detecta altos voltajes para evitar cortos circuitos y un sistema especial de ventilación para vaciar el ambiente de gases peligrosos.

Inocente atracción (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora