5. La marca

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María había dicho que dentro de poco entrarían a algo que llamaba "escuela" diciendo que era tiempo de que conocieran más niños y aprendieran muchas cosas. El primero en quejarse fue Tony, alegando que él ya aprendía muchas cosas en casa con si maestro particular. Steve, que no entendía por qué Tony se molestaba, se le quedó viendo a María en busca de respuesta. Ella explicó que Tony no quería ir a la escuela porque ya no tendrían tanto tiempo para jugar.

Tony se había cruzado de brazos haciendo un gesto donde sobresalía mucho su labio inferior, había dicho que no le hacía falta conocer más niños, que tenía suficiente con Steve. Su padre le dedicó una mirada molesta y de pronto ambos agacharon la cabeza sintiéndose intimidados. Howard dijo que era necesario que ambos fueran a la escuela con ese gruñido que los atemorizaba por lo que no les quedó de otra más que dejar de quejarse.

Ese día era el último que tendrían para jugar por lo que Steve, después de la hora de la comida, tomó de la mano a Tony y lo llevó al amplio jardín para aprovechar lo que quedaba de la tarde a su lado.

Jugaron un rato con la pelota, aunque al ver que Tony todavía seguía haciendo pucheros, Steve se detuvo y se acercó para hablar con él.

— ¿Por qué estas enojado? —preguntó tomando una de las manitas de su amigo.

—Porque tenemos que ir a la escuela —se quejó Tony tallándose el ojo con la manita libre—y ya no vamos a poder jugar nunca más.

Steve sonrió y se acercó para retirarle una lágrima con un beso.

—Solo vamos a estar en la escuela un rato y después podremos jugar.

Tony se soltó de su mano haciendo berrinche, tomó la pelota y la aventó enojado al gran árbol. La aventó con tanta fuerza que se quedó atorada en una de las ramas.

—Ahora nos dejaste sin pelota y no podremos jugar desde hoy —Steve lo reprendió cruzándose de brazos como lo hacía Howard cuando los regañaba.

Tony pronunció más su mal gesto y se sentó en la hierba con brusquedad.

—Perdón —masculló Tony desviando la mirada llena de lágrimas.

Steve se acercó a él y se agachó.

— ¿Quieres que vaya por ella? —preguntó con suavidad.

Tony no respondió de inmediato, solo aspiraba ruidosamente con su nariz.

—Sí —murmuró Tony al final, sin dejar de estar molesto.

Steve se enderezó y trepó el árbol con cuidado, la pelota quedaba lejos por lo que debía ser cuidadoso si no quería caerse, lastimarse y dejar solo a Tony el primer día de clases.

Después de trepar por varias ramas alcanzó la pelota y la empujó para que cayera del árbol. Al voltear hacia abajo Tony estaba allí esperando por él con unos enormes ojos sorprendidos. Regresó su completa atención a las ramas en la que estaba apoyado y bajó al mismo ritmo lento y seguro.

En cuanto puso ambos sus pies en el pasto Tony se le fue encima en un gran abrazo.

—Eres muy valiente —dijo el pequeño con admiración—, ¡eres mi héroe!

Steve se rio ante la exagerada reacción de Tony cuando había sido él quien aventó la pelota por una rabieta.

— ¿Ya no estás enojado? —le preguntó a su amigo quien recuperó su expresión molesta de antes.

—Sí —respondió al cruzarse de brazos de nuevo—no quiero ir a la escuela.

Steve le sonrió y colocó sus manos en la pancita de Tony para hacerle cosquillas con la intención de que olvidara su enojo. Su amigo se carcajeó a la vez que lo empujaba en un intento de librarse de sus traviesas manos. Ambos forcejeaban con torpeza hasta que cayeron al pasto riendo. Tony lo hizo girar hasta quedar encima de él, por lo que Steve lo empujó y lo hizo girar de nuevo, ambos continuaron con su juego e ininterrumpidas carcajadas hasta que la fuerza de Tony cedió y quedó debajo de Steve.

—No se vale —dijo Tony entre risas—, eres mucho más fuerte que yo.

Steve dejó de hacerle cosquillas y besó su nariz. Le gustaba darle besos en su carita porque siempre le respondía con una sonrisa y no había otra cosa que amara más en este mundo que la sonrisa de Tony.

— ¡Es hora del baño! —gritó María desde el segundo piso.

Ambos se levantaron, se sacudieron el pasto de sus ropas y entraron a la mansión tomados de la mano. Desde la mañana ambos compartieron la inquietud de que se mantendrían separados por mucho tiempo debido a la escuela por lo que todo el día aprovecharon para estar lo más cerca posible, abrazándose o tomándose de la mano.

En cuanto llegaron al amplio baño María observó con atención sus manitas unidas aunque no dijo nada, solo les sonrió y el ambiente se llenó de ese aroma que hacía que Steve se sintiera tranquilo y feliz.

Después de quitarse las ropas, ambos entraron a la bañera y comenzaron a chapotear felices. María los aseó como siempre, luego de vaciar la bañera y enjuagarles los residuos de jabón, les extendió una toalla a cada uno para que comenzaran a secarse. María secó el cabello de Tony, después se acercó a Steve para terminar de secarlo y en cuanto la tuvo cerca se dio cuenta de que tenía una marca muy extraña en el cuello, una marca que nunca había visto. Estiró una de sus manitas y la delineó con uno de sus deditos.

— ¿No te duele? —preguntó al ver que María ni siquiera se inmutaba.

—No —respondió ella con una gran sonrisa.

— ¿Quién te hirió? —preguntó de nuevo sintiéndose molesto con quien hubiera tocado a la mujer que lo cuidaba con tanto amor.

—No es una herida —respondió ella mordiendo su labio inferior como si quisiera ocultar la sonrisa.

— ¿Entonces qué es? —insistió un poco frustrado al no recibir una respuesta.

—Es algo de lo que aún no puedo hablarte —dijo María dándole un golpecito juguetón en la nariz—, te prometo que cuando seas más grande te contaré qué es.

Steve frunció el ceño aunque no insistió más. A comparación de Tony a él le gustaba respetar a los adultos así que decidió no preguntar hasta que María estuviera dispuesta a contarle. 

*****

Dato curioso: La marca que tiene María en el cuello es la cicatriz de la mordida de su alfa que se hace durante el apareamiento, la cual es el símbolo de su vínculo. María no le cuenta a Steve de que se trata pues todavía está muy chico como para hablarle de cuestiones sexuales.

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Inocente atracción (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora