Capítulo 13: "Soy un Dios, imbécil"

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Dylan Thomson

Abrí mis ojos lentamente, los rayos del sol iluminaban por completo el lugar, la intensidad de la luz era tan fuerte que no podía abrir mis ojos por completo, me había acostumbrado mucho a la oscuridad. Me dispuse a estirar mis brazos y piernas mientras bostezaba, de inmediato un pequeño gesto de dolor salió de mi boca, aún mi cuerpo se encontraba adolorido por el impacto que tuvimos anoche, no quiero ni recordar ese momento y para completar dormí demasiado incómodo, mi cuello y espalda son los más perjudicados por ello.

Como pude me coloqué de pie y observé a mi alrededor, pude ver a Jostan y Lily, ellos estaban aún dormidos todo muy normal, pero entonces ahí fue donde algo me pareció muy extraño y era que la puerta de la cabaña se encontraba abierta, la chimenea estaba apagada y Christopher no se encontraba en la cabaña, lo primero que pensé fue que había salido a tomar aire o algo por el estilo así que salí de la cabaña y empecé a buscarlo... No había rastro de él por ninguna parte, entonces comencé a gritar su nombre:

—¡Christopher! ¿Dónde estás?
—...
—¡¿Christopher?!
—...

Pero no hubo respuesta, al instante escuché la voz de Jostan:

—Dylan ¿Qué sucede? ¿Por qué tantos gritos hombre?
—Viejo disculpa si te desperté es que no encuentro a Christopher por ninguna parte y sabiendo lo que ha estado ocurriendo últimamente me preocupa que esté solo.
—¡Ay Christopher! No debíamos separarnos, hay que buscarlo, no sabemos lo que pueda hacer.
—¿Y Lily?
—Ella sigue adentro, aunque ya despertó.
—Entonces vamos por ella y salgamos a buscarlo de inmediato.

Christopher Odegaard  

~ Cuatro horas después ~

El viento soplaba suavemente en mi rostro, mi expresión de cansancio era notoria, mis piernas luchaban para dar cada paso, era un completo desafío para mí lo que estaba sucediendo en ese momento. Tomé la botella de agua y la incliné hacia mi boca pero ninguna gota salió de ella, mi garganta sedienta, mi cuerpo agotado, mis ganas de seguir cada vez disminuían más y más. Estando en ese punto, al borde de darme por vencido, caí sobre mis rodillas y mis manos se encontraron con la tierra, sentí su humedad, mi respiración era pesada, daba por hecho que todo había acabado, ya estaba llegando a mi límite, pero de la nada, su sonrisa, su cálida y dulce sonrisa invadió mis pensamientos, recordé los momentos que compartí con ella, y la promesa que le hice, promesa que no podré cumplir, apreté la tierra de mis puños con toda la fuerza que me quedaba, lagrimas comenzaron a salir de mis ojos, mi pecho se agitaba, me sentí tan impotente, golpee un par de veces el suelo, recriminándome todo por ser tan débil. 

—Endeble humano, mírate, te ves tan patético, te asesinaría pero te necesito con vida un poco más.                                                                                                                                                                                  —Vete a la mierda.

Eso es lo último que recuerdo decir... después de eso sentí como me quedaba sin fuerzas, perdí el control de mi cuerpo y caí como de nocaut (KO) en un ring de boxeo. En ese momento todo el panorama cambió, al recuperar el conocimiento estaba en una especie de ciudad, pero... estaba destruida por completo, miro a mi alrededor desconcertado al ver tal escenario, fuego en varios lugares, gritos de personas, autos estrellados por doquier, en ese momento pude escuchar el pedido de auxilio de una mujer que se encontraba atrapada bajo escombros, corrí para ayudarla pero al llegar e intentar tomar su mano la traspase, no la podía tocar, en ese instante retrocedí un par de pasos, ¿qué puta mierda es este lugar? y ahí pude notar que no sentía  dolor en mi hombro, de hecho todo mi cuerpo se encuentra en perfecto estado, y sin tener mucho tiempo de comprender lo que pasaba una luz brillante apareció de repente, con una silueta masculina que se hacia visible al fondo... 

La sabiduría de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora