De dragones y nutrias

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El aire sale libre por entre los labios de Hermione, emitiendo un silbido audible, ha esperado un par de segundos tras la partida de Ronald junto a la puerta, sin moverse un sólo milímetro por temor a que con ello su buena suerte se quiebre.

Verificando que ningún sonido se percibe desde el exterior, libera los músculos de sus brazos agarrotados por la angustia y lleva hacia al frente las manos que fielmente ha mantenido ocultas por el objeto que contienen. Después de varios días, la felicidad vuelve a sus ojos envuelta en un hálito de triunfo al detallar entre sus dedos la varita que hábilmente le sustrajo a Ronald.

Camina descalza en una vía de ida y vuelta muy cerca a la puerta, meditando en el mejor hechizo de entre todos los que ahora inundan su razón. Con una varita puede hacer prácticamente lo que se le ocurra, pero también su elección la puede llevar a cometer algo tan imprudentemente estúpido que todo su esfuerzo no habría servido de nada.

Se inclina por elegir el alohomora, apunta la hoja de madera que la separa del resto de la comunidad, pero no se decide a mencionarlo, no tiene idea de dónde está Draco y sería demasiado sospechoso deambular sin rumbo con su apariencia de enferma, aun, si pudiera transformar su bata, no pasaría inadvertida, todo el mundo mágico la conoce y con seguridad saben que ella es una paciente.

Frustrada se arroja boca abajo sobre la cama, que detesta ver, no desea dormir otra noche allí, y si ella lo está pasando mal, no puede siquiera imaginar bajo qué condiciones tienen a Malfoy. Su pecho se agita nerviosamente preso de la urgencia de verlo, no quiere llorar aunque el creciente dolor en su garganta le avise que las lágrimas se encuentran próximas.

Gira su cuerpo para tomar aire, enviando su cabeza hacia atrás, detallando el blanco techo, el mismo que con seguridad Draco está observando desde otra habitación, a tan solo metros de ella. Y tal vez sin recordarla, sin entender por qué está allí, confuso, perdido, abandonado. Como ella.

Lentamente se incorpora, impulsada por la única idea que parece satisfacerla de momento. De nada sirve llegar hasta él, cuando su memoria es una bruma confusa de mentiras y vacíos. Debe ayudarlo a recordar.

Y de momento sólo se le ocurre una opción, un encantamiento, el único en el que ella no es buena. Convocar a su Patronus.

Planta sus pies contra el frío suelo, y se levanta erguida. Tomando una gran bocanada de aire espera con ello llevar fe, confianza y seguridad a su alma, porque es su mejor opción.

Cierra los ojos aprisionando dentro de ellos, las imágenes de Draco, necesita un recuerdo feliz y sería una completa mentirosa si se negara que los mejores días de su vida no se los ha regalado Draco, ha sido su luz, su refugio, su cura y ahora su fuerza.

Un sollozo alegre emerge de su boca, al recordar la noche en el parque de diversiones, la alegría de sus tormentosos ojos grises, su pánico mal disimulado en las atracciones mecánicas y su naciente valentía al defenderla. Y un recuerdo de esa misma noche, mucho más fuerte que los otros se destaca: están sentados en la zona de comidas y él, le habla de su familia, de todo lo que ha perdido y que nunca regresará, de sus arrepentimientos y sus inevitables miedos, destrozando su cotidiana apatía frente a ella. Es el primer momento en el cual él, le abre su corazón de una manera tan clara que ella logra ver a través del órgano las profundas e inexploradas cavidades del mismo, enseñándole sin tapujos la eterna devoción de Draco hacia ella, y es el momento justo en el cual, ella también se decidió a amarlo de la misma manera y sin excusas.

Mueve su muñeca dibujando círculos en el aire, y se concentra con la paciencia de una aprendiz en el recuerdo. Una bola de alegre paz va creciendo, tan adentro de sí misma que no logra identificar el lugar de donde proviene, pero la llena, completa todas las piezas rotas que han venido fragmentándose desde su separación con Draco, y la une, incluyendo a su lastimado corazón que ahora parece más grande, más seguro y lo deja sumergirse en el placentero amor que representa él en su vida; no le importa si su plan falla, si no lo logra como tanto lo desea, porque aunque la derrota llegue a ella, lo intentará una y mil veces hasta tener el resultado correcto.

La invitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora