Encuentro
Kingsley revolotea medio confuso entre los despachos del Ministerio, el gorro le cae un tanto ladeado por su brillante cabeza y la túnica se descuelga sin gracia por uno de sus brazos.
Varios aurores y empleados caminan a velocidad entre los cubículos de su abarrotado piso. El hombre, tenuemente pálido y visiblemente molesto, no ha logrado librarse de la incómoda sensación de haber sido burlado y pese a que todas las pruebas apuntan a la inocencia de Draco y la mentira de Ronald, necesita algo más que lo respalde.
Al llegar a su despacho, su mirada perdida, se encuentra con la firmeza de los ojos resentidos de Harry, acompañado por el auror Bernie. La inmensa estancia, se ve reducida por la cantidad de estantes abarrotados de libros, extraños frascos, y baúles de distintos tamaños crípticamente sellados.
En un par de zancadas el hombre avanza hasta su escritorio, donde reposa el brillante pensadero y junto a este, unos sencillos recipientes de cristal cuyo interior contienen los recuerdos robados por Harry a Draco.
—¿Son estos? —indaga Kingsley, señalando con sus gruesos dedos morenos las pequeñas botellas.
—Los recuerdos de Potter —afirma Bernie, entre una maraña de barba que oculta su boca contrastando a gracia con las brillantes entradas que flanquean su cabeza
Kingsley apresa uno de los envases entre sus manos y ve a través del líquido que parece cobrar vida propia entre sombras y figuras blanquecinas.
—¿Los ha revisado? —indaga con autoritarismo.
—No señor Ministro —replica el hombre, elevando sus peludas cejas.
—Bien, déjeme solo con Potter.
El grueso hombre se levanta con dificultad, y con pasos pesados atraviesa la estancia, desapareciendo tras la puerta.
Sin darle más preámbulos a la situación, Kingsley retira el tapón del frasco que se abre con un sonido de succión y con ceño severo evalúa a Harry antes de sumergir el enojo de sus ojos entre la centelleante agua.
El chico cuenta los minutos, permanece sentado con las manos estrujando sus rodillas manteniéndolas firmes para no juguetear con el zapateo de sus pies que pugnan por moverse nerviosos ante su destino.
En el avance de la mañana ha tenido el suficiente tiempo para meditar sobre lo acontecido, «los recuerdos son fáciles de manipular», se ha repetido en varias ocasiones al rememorar las imágenes hurtadas de la mente a Malfoy, sin embargo con la repetición de las mismas una y otra vez en su cabeza, como una canción demasiado pegajosa para desprenderse de ella, cada vez las imágenes son más fuertes, más vividas, indiscutiblemente reales.
Y han cobrado una completa autenticidad en el momento de ser entregadas a su compañero. El efecto ha sido devastadoramente intenso, se ha visto en el lugar de Draco leyendo la invitación viendo con dolorosa resignación la fecha de una boda que aguijonea en el límite de su estómago y como una filosa punta de flecha, se estaca en el corazón al leer el nombre de Hermione Granger. Percibe la furia en el trozo de papel arrugado entre sus dedos, como malformando ese estúpido sentimiento que lleva años habitando en su ser y con el que a pesar de las luchas por destruirlo parece superarlo.
No sabe si Kingsley, sumergido entre el pensadero, entenderá la intensidad del sentimiento, que él ya no puede ignorar.
Los brazos del Ministro que se aferran al escritorio, lo impulsan para sacar su cabeza de la fuente de recuerdos. Un suspiro, medio aliviado, medio resignado levanta su pecho y fija la mirada nuevamente en Harry.
—¿Qué has sentido? —pregunta conociendo que sólo el raptor del recuerdo, lo vive.
—He sentido que es real —murmura Harry, arrepentido.
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La invitación
Teen FictionDraco recibe una invitación para el evento mas desastroso de su vida. ¿Dejara que Granger se vaya con la comadreja? Escenas lemon asi que lean bajo su responsabilidad. Todos los personajes y escenarios son propiedad de J.K Rowling, yo solo juego co...