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capítulo cuatro
HOW DID WE END UP HERE?
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No entraron más insultos en mi cabeza que pudieran ser destinados a Jonathan. Tuve los suficientes para que se dispararan a él en cuanto lo tuviera frente a mis ojos. Y aunque estaba sumida de rabia era humillante pensar que Billy me halla dicho la verdad, no tenía a nadie más ya que Steve también se había ido de aquí.

Si llegaba a morir por subirme al auto de Billy Hargrove, alías alcohol y nicotina hasta en las venas, quería que Jonathan fuera quien me entierre.

—No creo que quieras que Tommy te lleve a tu casa—volvió a hablar luego de los pocos minutos en los que me la pasé maldiciendo.

—Si me tocas un solo pelo, te voy a cortar todas esas mechas ¿Entendido?—amenace con mi dedo señalándolo.

Levantó sus manos fingiendo inocencia y empezamos a caminar a su auto.
Ya podía sentir el miedo de solo pensar que tendría que viajar con toda esa velocidad que caracterizaba la forma que él tenía al manejar y además de que era un riesgo de solo pensar que había bebido.

Abrió la puerta del copiloto y me dió paso, cerrando la puerta por mí luego de que tomara asiento.

Miré el interior del auto, se veía bastante limpio y quien estuviera en él descifraría al instante de que se trataba del auto de Billy Hargrove.
El olor a cigarrillo lo tenía tanto el auto como todo él.

Noté a través de la ventana que no subió, y descubrí que fue a hablar con Tommy y otros cuatro que miraban "discretamente" hacía mi dirección.

Rodeé mis ojos. Cierta parte de mí no quería que se convirtiera en una copia de Tommy, algo en común tenían. Pero él no era totalmente igual. Y quería que siguiera siendo así.

Volví a mirar al grupo de los seis y lo que más me llamó la atención fue ver al chico de los cigarros estrechando la mano con el líder.
Aparté la mirada cuando el que me llevaría a casa cruzaba la calle para rodear su auto y sentarse del lado del conductor.

Guarde silencio incómoda cuando cerró la puerta con fuerza, y dejó caer su cabeza mientras separaba lentamente el cigarro prendido de sus labios.

¿Cuántos había fumado hoy? Me preocupaba.

Y en minutos en los que se dignó a hablarme para saber el destino, ya estábamos iniciando la marcha.

—Así que...¿California eh?—interrogué, cerrando mis ojos cuando comenzó a manejar velozmente.
No sabía por qué hablaba pero lograba calmarme los nervios del momento.

—¿Cómo lo sabes?—contraatacó sin voltear a verme.

—Parece que te gusta mucho—respondí señalando las pequeñas fotos que se mantenían cerca de una caja de cigarrillos, y luego señalé el vinilo pegado en el cristal de mi ventana.

—De ahí vengo—se encogió de hombros—. Sólo sé que es mucho mejor que este pueblo asqueroso.

—Dímelo a mí.

Ladeó su cabeza sin despegarse del volante para mirarme de tal forma que pedía que continuara.

—Soy de Carmel—me apresuré a decir.

PURE | Billy HargroveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora