Un momento con papá

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—Todo saldrá bien, ya lo verás —Le animó Lily en voz baja sin querer soltarla.

—Eso espero —Suspiró Eileen, estrechando también con sus brazos a su hermana.

Ninguna quería separase. Estaban en el corredor, a unos pasos de la entrada. Los estudiantes pasaban de largo, sin saber que allí, escondidas, estaban las dos. Tenían cierta renuencia a separarse, ahora que se habían encontrado era algo impensable. Eileen fue la primera en empujarla con suavidad.

—Suerte —Musitó, con las manos sobre los hombros de su reflejo.

—Suerte —Respondió Lily, sonriéndole.

La niña se quedó en el umbral de la gran puerta de roble, mirando como su hermana se dirigía a los carruajes que le llevarían a Hogsmeade a tomar el tren. Esperaba con todas sus fuerzas que todo saliera de acuerdo al plan.

* * *

Unos tímidos toques a la puerta se escucharon, llamando su atención.

—Adelante —Dijo. Seguidamente, la puerta se abrió y, por el espacio entre ella, se asomó una cabecita de cabellos negros. Sonrió—. Pasa Eileen ¿Sucede algo?

—Yo... —Comenzó ella, mirándole tímidamente y retorciendo sus manos detrás de su espalda—. Me preguntaba sí... ahora que las clases han terminado...

—¿Sí?

—¿Podría quedarme contigo? —Pidió ilusionada.

—Claro cariño —Respondió con una sonrisa—. No tienes ni porque pedirlo. De hecho, te esperaba en los fines de semana... pero dormiste en tu nueva habitación —Enarcó una ceja, un leve tinte de reproche en su voz.

—Ah... yo... quería pasarlo con mis amigas —Mintió Lily—. Ya sabes...

—Sí, ya lo sé —Sonrió burlón—. Me alegra que tengas amigas... y eso que decías que te daba miedo no tener ninguna.

—Sí, pero hay buenas chicas por allí...

Lily se sintió culpable de haber tratado tan mal a su hermana los primeros días de colegio, así que solo suspiró y fue a sentarse alado de su padre. No se sentaba en su regazo como lo hacía con papá Harry porque Severus no parecía ser de los que permitieran eso, así que reprimió sus ganas de abrazarle y se sentó en una butaca, mirando a su alrededor.

Se asombró de que en esa habitación hubiera tanto libros... su padre justamente leía uno en ese momento. Hizo una mueca, con razón Eileen siempre llevaba uno bajo el brazo. Se levantó y curioseó por los estantes, en busca de algo que le gustara. Vio un libro de tapa roja y decidió que ese le interesaba.

—¿Puedo tomarlo? —Preguntó a su padre. Éste le miró.

—Son tuyos cariño, puedes tomar el que quieras... no necesitas preguntármelo.

—Ah, vale —Susurró avergonzada—. Estaré en mi habitación.

Snape asintió. Tomó el libro y lo abrazó contra su pecho, sintiéndose muy tonta. Se dirigió a las dos puertas que debían ser las habitaciones y las miró. Eileen había dicho... había dicho...

—Mierda —Murmuró por lo bajo.

—¿Dijiste algo?

—¡No! —Sonrió nerviosamente a su padre y se giró nuevamente a las puertas. Tomó la de la derecha por puro instinto y suspiró aliviada al ver que no estaba en las habitaciones de su padre.

Miró el lugar con curiosidad. Se acercó a la cama y la miró, estaba tan arreglada que le dio miedo, se recostó y miró al techo. Extrañaba el suyo, en su habitación había un hechizo que hacía parecer el techo como el cielo estrellado de noche y el día, parecía un cielo lleno de nubes. Sonrió, pensando que quizá a Eileen le gustaría también eso.

No me dejes irDonde viven las historias. Descúbrelo ahora